Tadej Pogacar volvió a convertir
Il Lombardia en una formalidad. Lo inevitable se impuso con tal naturalidad que ni la emoción ni el asombro desaparecieron, sólo se transformaron en resignación. Los comentarios de
Chris Horner durante la retransmisión capturaron mejor que nadie tanto el paisaje otoñal como la certeza de otra demolición anunciada.
“Esta es la última y definitiva de las cinco carreras Monumento de la temporada 2025”, abrió Horner, enmarcando el día y lo que estaba en juego.
“Es la carrera de la caída de las hojas. Es la más bella de los cinco monumentos, de eso no hay duda”.
Pero pronto la belleza dio paso a la realidad. “Cuando vienes a Lombardía, tienes que luchar contra un tal Pogacar, que lleva cuatro victorias consecutivas aquí. Está intentando ir a por la quinta”. Horner subrayó lo inédito de la misión: “Nadie ha ganado nunca cinco consecutivos”.
El vigente bicampeón del mundo llegaba en un estado de forma perfecto para intentarlo. “Sabemos que Tadej Pogacar acaba de ganar el Campeonato del Mundo de ruta en Ruanda”, recordó Horner, enfatizando que el nivel del esloveno no había disminuido pese al final de la temporada. El escenario estaba preparado. El guion, una vez más, se conocía de memoria.
El caos inicial y la chispa de Simmons
La retransmisión ganó intensidad desde el primer momento. “Quinn Simmons está encendiendo este recorrido”, narró Horner mientras el maillot de las barras y estrellas se lanzaba desde el pistoletazo de salida. Simmons sobrevivió al caos inicial y se mantuvo al frente, dando forma a la carrera y ofreciendo un respiro visual al público mientras el UAE Team Emirates comenzaba a acelerar el ritmo de cara a las subidas decisivas.
Horner no evitó las críticas cuando vio a Red Bull - BORA colaborar en la persecución: “BORA - hansgrohe va a ayudar al UAE Team Emirates... Es un movimiento de cabeza hueca”. La observación reflejó lo que muchos pensaban: ¿por qué ayudar al equipo que no necesita ayuda cuando el favorito está esperando para atacar?
Horner siguió con precisión el desarrollo de la carrera, contabilizando cada sacrificio: “Me quito el sombrero ante Sivakov, recorrió unos 90 kilómetros en cabeza”. El trabajo de desgaste fue más metódico que caótico. El UAE desgranó la carrera hasta su esencia: un grupo reducido, un terreno controlado y una aproximación limpia al Passo di Ganda.
Todo estaba preparado para que el lanzamiento final no tuviera oposición. Y cuando llegó el instante decisivo, Horner no se anduvo con eufemismos: “Ahora es el momento del Pogi Show”. Fue la frase del día. No era una predicción, sino una confirmación.
En Lombardía, el “cómo” importa tanto como el “cuándo”, y Horner se detuvo en un detalle aparentemente menor pero decisivo: “Nunca dejes que nadie se interponga entre tu rueda y la de Tadej Pogacar”. Ese instante de mala colocación, una fracción de segundo, bastó para romper el elástico. A partir de ahí, las matemáticas fueron simples: Pogacar al frente, ventaja medida, descenso sobre raíles y el resto peleando por puestos menores. La perfección convertida en rutina.
Tadej Pogacar ganó Il Lombardia por quinta vez consecutiva
Horner reservó un elogio especial para Quinn Simmons, cuyo arrojo temprano terminó siendo una hazaña de resistencia y orgullo. “Fue una cabalgada extraordinaria”, dijo, transformando lo que parecía una locura en un gesto de inteligencia táctica. El estadounidense se adelantó al guion, no para ganar, sino para reivindicar el valor del coraje y las piernas en un Monumento que ya tenía dueño.
El desenlace no sorprendió a nadie, pero Horner no lo relativizó: “El número uno del mundo. El próximo Eddy Merckx, se puede decir ahora mismo”, afirmó con tono de certeza, situando la actuación del esloveno en una línea histórica que ya no necesita adjetivos. Y luego, como si lo obvio aún requiriera ser pronunciado, llegó la sentencia final: “Enhorabuena por tu quinta victoria consecutiva aquí en Il Lombardia”.
En su análisis final, Horner explicó con claridad por qué Pogacar domina esta carrera como nadie: “Es una carrera para la general, de eso no hay duda”. Lombardía es larga, técnica y despiadada. Cada subida expone cualquier debilidad: ritmo, colocación o nervios. En ese entorno, es casi imposible desbancar a un motor de ganador del Tour con reflejos de primera clase y un equipo perfectamente preparado.
Los ataques pueden llegar pronto y con frecuencia; las escapadas pueden ser heroicas, y los rivales pueden esperar un titubeo. Pero si le das una pulgada, o una rueda, la ecuación no cambia. En Lombardía, la carrera pertenece a un solo corredor.
Y su nombre, una vez más, es Tadej Pogacar.