ANÁLISIS | Los 5 momentos más inolvidables de Remco Evenepoel con el Soudal Quick-Step

Ciclismo
domingo, 12 octubre 2025 en 19:55
evenepoel
Por última vez en azul y blanco, Remco Evenepoel cruzó una línea de meta. Lo hizo en Il Lombardia, con un segundo puesto que resume lo que ha sido su paso por el Soudal Quick-Step: brillante, implacable y, a veces, contenido por el contexto. Con 25 años, el belga cerró siete temporadas en el equipo que lo formó desde adolescente y con el que se transformó de fenómeno precoz en corredor total de Grandes Vueltas.
El palmarés que deja atrás es monumental. Ganador de la Vuelta a España, tricampeón del mundo de contrarreloj individual, campeón del mundo de fondo en carretera, doble campeón olímpico, maillot blanco y podio en el Tour de Francia 2024, y doble vencedor de Monumentos. Un expediente que redefine los límites de un corredor que llegó siendo promesa y se marcha como referente.
Su próximo destino es el Red Bull – BORA – hansgrohe, a partir de 2026. El proyecto, explícito: construir una estructura de Grandes Vueltas capaz de cerrar la distancia que lo separa de Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard.
En su despedida, Evenepoel volvió a ser fiel a sí mismo: ambicioso desde el inicio, agresivo en las subidas y, al final, segundo tras el hombre del año. La quinta victoria consecutiva de Pogacar en Lombardía le superó por 1:48, pero el resultado fue más simbólico que frustrante. Confirmó su durabilidad al final de una temporada larga y la magnitud de la tarea que le espera en Austria.
Antes de la carrera, lo había dicho con su sencillez característica: “¿Puedo ganar a Tadej? ¿Por qué no? Si no, no estaría aquí”. Y al terminar, la frase que marcó el punto y aparte: “Ahora es el momento de que empiece algo nuevo”. Durante seis temporadas completas, Evenepoel redefinió la identidad del Quick-Step.
Los primeros años fueron puro instinto: ataques lejanos en San Sebastián, victorias en vueltas de una semana, y luego, el accidente brutal en Lombardía 2020, que lo lanzó al vacío (literal y simbólicamente) y lo obligó a recomenzar desde la fragilidad. El golpe lo transformó. El talento no cambió, pero aprendió cuándo no gastar energía.
Dos años después, Lieja-Bastoña-Lieja 2022 lo devolvió al pedestal con un ataque devastador en La Redoute, poniendo fin a 11 años de espera belga y salvando la primavera del Quick-Step. Aquel triunfo redefinió la política interna del equipo: desde entonces, el calendario giraría en torno a él. Lieja fue preludio de lo que vendría.
En septiembre, Evenepoel conquistó la Vuelta a España, consolidando al Quick-Step como un equipo de Grandes Vueltas por primera vez en su historia moderna. La Vuelta fue el punto de inflexión. Quick-Step llegó con un plan de clasificación general que nunca había funcionado del todo. Evenepoel salió líder y terminó campeón, mientras Primoz Roglic caía y el belga resistía.
El triunfo reescribió las expectativas: ya no era sólo el corredor de ataques imposibles, sino el hombre capaz de mantener una carrera durante 21 días. Desde entonces, la conversación cambió. Bélgica volvía a tener un corredor para la general. El Quick-Step, un propósito más allá del sprint.
Remco Evenepoel ha hecho historia con el Soudal Quick-Step
Remco Evenepoel ha hecho historia con el Soudal Quick-Step

El día después del sueño

La siguiente Vuelta, en 2023, le ofreció una lección distinta. Tras perder sus opciones en el Tourmalet, Evenepoel volvió a ganar al día siguiente. Sin dramatismos, sin esconderse. Atacó pronto, se marchó solo y venció con rabia y madurez. Fue una victoria terapéutica: el ejemplo de cómo rehacerse tras el desastre.
El año anterior había estado destinado al Giro de Italia, donde portó la maglia rosa antes de abandonar por COVID. La temporada, entre altibajos, lo había curtido. El Tour de Francia 2024 fue su prueba de fuego, y la superó con nota. Ganó la contrarreloj de la 7ª etapa en Gevrey-Chambertin, vistió el maillot blanco de mejor joven hasta el final y acabó tercero en la general, en su debut.
No fue sólo un resultado: fue una demostración de inteligencia. Corrió con madurez, midiendo esfuerzos y sin perseguir imposibles. La diferencia con Pogacar y Vingegaard persistía, pero el abismo se había reducido. Para el Quick-Step, fue la validación de años de inversión y transformación: entrenamientos en altitud, estructura de apoyo en montaña y una cultura interna reorientada hacia julio.
El Tour 2025 no siguió el guion ideal. Una caída en invierno y un entrenamiento irregular limitaron su preparación. Ganó una etapa, sí, pero abandonó en la segunda semana. Una piedra en el camino, no un muro. El belga sabe que su futuro dependerá más de un invierno tranquilo que de su nuevo maillot.
En Red Bull – BORA, encontrará un bloque de escaladores más profundo, tácticas alternativas en montaña y la infraestructura para disputar de igual a igual a los gigantes del pelotón. Aunque también deberá imponerse dentro de su nuevo equipo, con Florian Lipowitz, tercero en el Tour y maillot blanco, como referencia emergente.
Evenepoel deja Quick-Step como una figura que definió una era. Cambió la percepción del equipo, llevó su ADN explosivo al terreno de la resistencia y demostró que Bélgica podía volver a soñar con un ganador de Grandes Vueltas.
Se marcha con la ventaja competitiva intacta, el techo aún por alcanzar y una visión clara: los dos hombres que quedan por delante son el estándar que debe igualar. El siguiente capítulo empieza donde terminó el anterior: en una carretera empinada, con ambición sin miedo y Pogacar y Vingegaard en el horizonte.
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