Jonathan Milan se ha consolidado en los últimos años como uno de los mejores velocistas del pelotón internacional. Con el respaldo de un potente
Lidl-Trek, el joven italiano ha acumulado victorias de peso y promete seguir ampliando su palmarés en los próximos años. Sin embargo, sus metas van mucho más allá de los sprints.
Milan mira hacia objetivos mayores: los monumentos del ciclismo, esas carreras que trascienden generaciones y definen la grandeza de un corredor. En la última edición del Tour de Francia, Milan partía como el gran favorito para conquistar el maillot verde, símbolo de la regularidad y de la supremacía entre los velocistas.
No defraudó. El italiano cumplió su objetivo con autoridad, alzándose con el título y sumando además un par de victorias de etapa camino de París. “Ganar ese maillot y llevarlo a París era mi sueño, y lo he conseguido”, explicó durante una entrevista en el Festival dello Sport.
“Pero sufrí mucho en la etapa de Lourdes”.
A pesar de las dificultades físicas y el esfuerzo acumulado, Milan demostró una resistencia y constancia admirables. Su rendimiento consolidó su posición como uno de los grandes sprinters de su generación, pero también reveló una ambición que va más allá de los metros finales de una llegada masiva.
Nuevas metas: San Remo y Roubaix en el horizonte
Consciente de su poderío físico y su margen de crecimiento, Milan confiesa que ya piensa en retos más largos y complejos, aquellos que exigen no sólo velocidad, sino también táctica, resistencia y capacidad de sufrir durante horas.
“Ahora quiero más. Me encantaría ganar la Milán-San Remo, aunque mientras mantengan la subida de la Cipressa, no creo que pueda”, admite con sinceridad.
“Y también la París-Roubaix. Este año la he terminado por primera vez, pero algún día quiero ganarla”.
El propio corredor reconoce que su perfil (potente, corpulento y de gran fuerza bruta) podría adaptarse especialmente bien al Infierno del Norte, una carrera que premia la potencia y la tenacidad sobre los adoquines. En cambio, la San Remo, cada vez más favorable a los puncheurs y escaladores explosivos, se presenta como un desafío más complicado para un velocista puro como él.
Jonathan Milan es uno de los mejores velocistas de su generación
Más allá de los monumentos, otro de los grandes sueños de Milan es conseguir victorias de etapa en las tres Grandes Vueltas. Por ahora, sólo le falta hacerlo en la Vuelta a España, un reto que considera difícil pero alcanzable. “Es exigente, pero es mi sueño”, asegura. “Incluso hacerlo una vez en una carrera ya sería un gran logro, pero hacerlo todo en un año sería el objetivo final”.
Jonathan Milan no sólo destaca por su potencia, sino también por su determinación. “Uno se entrena para ganar, no para regalar victorias”, afirma con convicción.
“Sólo espero que mi equipo también lo haga bien, pero de alguna manera, siempre acabamos ganando”.
Con corredores como Mads Pedersen, Mattias Skjelmose y Juan Ayuso buscando su propio espacio y liderazgo dentro del conjunto, encontrar oportunidades no será sencillo. Aun así, Milan parece dispuesto a afrontar ese desafío con la misma ambición que le llevó al éxito en el Tour.