Marion Rousse, la directora del
Tour de Francia Femenino, calificó de “traviesa” la ruta de la edición 2026 tras su presentación este jueves por la mañana, un recorrido plagado de etapas quebradas y con el debut del Mont Ventoux como plato fuerte previsto para el próximo mes de agosto.
Será la quinta edición de la carrera y partirá desde su segundo Grand Départ en el extranjero, en Suiza. Las corredoras afrontarán además una contrarreloj individual, la primera desde 2024, antes de una serie de exigentes etapas montañosas que concentrarán la dificultad en la segunda mitad de los nueve días de competición.
La etapa reina será, sin duda, la llegada en alto al Mont Ventoux en la séptima jornada. También destacan las ocho cotas clasificadas de la quinta etapa hacia Belleville-en-Beaujolais, así como las cuatro ascensiones al Col d’Eze en la jornada final de Niza, que se perfilan como grandes desafíos.
Tras el inicio de 2025 en Bretaña y su recorrido por el centro de Francia hasta finalizar en los Alpes, en Châtel, la edición 2026 se centrará sobre todo en el sureste del país, tras la salida suiza.
Un trazado exigente en todos los terrenos
En declaraciones a L’Équipe tras la presentación en París, Rousse explicó que el recorrido, “travieso” y mentalmente exigente, contiene “trampas en prácticamente todas las etapas”.
“Creo que si tuviera que definir mi recorrido, en estos nueve días de carrera, diría que es travieso. Hay trampas prácticamente en cada etapa. No hay una etapa completamente llana. Casi cada día hay una subida”, señaló Rousse.
“Será un Tour de Francia Femenino muy difícil de seguir mentalmente. Habrá que ser fuerte, porque en los finales suele haber una sucesión de dificultades”.
El trazado cuenta con una sola llegada en alto, pero apenas una o dos etapas seguras para el esprint. El objetivo, según Rousse, ha sido hacer de cada día un reto, con múltiples jornadas que podrían tener impacto en la clasificación general.
“Cuando creas tu recorrido, imaginas todo tipo de escenarios en tu cabeza, pero luego haces tu propuesta y son las corredoras las que deciden”, dijo, destacando también el potencial del inicio suizo.
“Suiza nos permite crear recorridos magníficos desde el principio, con esta primera etapa que llega a Lausana y la Côte de Saint-François, un final ideal para corredoras potentes”, explicó.
“Sabemos que el Tour de Francia, tanto masculino como femenino, también es una postal. Suiza es magnífica y además nos permite regresar a Francia muy pronto”.
Vuelve la contrarreloj individual
La etapa 4 supondrá el regreso de la contrarreloj individual, ausente en el recorrido de 2025. Será una crono de 21 kilómetros con final en Dijon, la primera desde los 6,3 kilómetros de Róterdam en 2024, y la más larga desde la etapa final del Tour 2023 en Pau.
“El primer gran evento para las líderes será la contrarreloj de 21 kilómetros en Dijon. Una crono que no habíamos visto desde hace dos años”, explicó Rousse.
“Es cierto que solemos evitar incluir una contrarreloj, tanto en el Tour masculino como en el femenino, porque no gusta tanto. La audiencia es menor y, sobre todo, puede congelar rápidamente la clasificación general”.
“Creamos esta contrarreloj pensando también en corredoras como Marlen Reusser, que podrían ganar tiempo sobre Demi Vollering y Pauline Ferrand-Prévot, lo que obligaría a las demás a mostrar sus cartas antes”, añadió.
El Mont Ventoux, protagonista de la séptima etapa, será la gran prueba para las aspirantes a la general. El pelotón ascenderá desde Bédoin, enfrentándose a 15,7 kilómetros al 8,8%, sumando así otro puerto legendario a la historia del Tour de France Femmes, tras La Planche des Belles Filles, el Col du Tourmalet, L’Alpe d’Huez y el Col de la Madeleine.
“Este año llegaremos a la cima del Mont Ventoux, nuestro puerto legendario”, afirmó Rousse. “Cada año queremos establecer e introducir símbolos que las corredoras puedan añadir a su lista de ascensiones míticas, las mismas que han hecho historia en el Tour masculino”.
El Ventoux no será la última dificultad. El pelotón continuará hacia el sur, rumbo a Niza, donde se disputará la gran final en el Col d’Eze, que se ascenderá cuatro veces en una última jornada de 99 kilómetros, rápida e imprevisible.
“Niza, que se encuentra entre el mar y la montaña, es un lugar perfecto para divertirse con un recorrido realmente imprevisible y muy quebrado”, indicó Rousse.
“Es un poco como unos fuegos artificiales, y eso es lo que queríamos reproducir en nuestro Tour de Francia Femenino. Esta última etapa alrededor de Niza, con cuatro ascensiones al Col d’Eze, no tendrá un solo metro llano”.
“La última variante, a través del Col du Vinaigrier, es en realidad una vertiente del Col d’Eze, con pendientes de más del 16%. Va a ser espectacular”.