Este domingo vuelven los adoquines. La 122.ª edición de la París-Roubaix, la carrera de un día más icónica y exigente del ciclismo, promete un enfrentamiento épico en el Infierno del Norte. Con Mathieu van der Poel persiguiendo la historia, Tadej Pogacar debutando en la prueba y Wout van Aert en busca de su primer monumento sobre adoquines, todas las miradas estarán puestas en Roubaix este fin de semana.
La París-Roubaix no se parece a ninguna otra prueba del calendario ciclista. A lo largo de sus 260 km, los mejores corredores del mundo lucharán no solo entre ellos, sino también contra los implacables 53,7 km de pavé: los legendarios tramos empedrados que definen este Monumento.
Artículo original de Fin Mayor.
Aunque el recorrido de 2025 mantiene una estructura muy similar a la de las últimas ediciones, presenta una leve reducción en la distancia sobre adoquines, con dos kilómetros menos que el año pasado. Sin embargo, no hay motivo para que los ciclistas se relajen, ¿verdad?
El pavé sigue representando más del 20 % del recorrido total, y cada sector tiene el potencial de acabar con las aspiraciones de un corredor en cuestión de segundos.
La carrera parte de Compiègne y se dirige al norte, hacia Roubaix, con un total de 30 sectores adoquinados. Como siempre, tres tramos catalogados con cinco estrellas serán los más decisivos:
Trouée d’Arenberg – La famosa “Trinchera de Arenberg” aparece a unos 100 km de la meta. Aunque está lejos de la llegada, suele generar un caos considerable, fragmentando el pelotón debido a caídas, averías o puro agotamiento. Este año no habrá chicana artificial en la entrada; en su lugar, los corredores tomarán un leve desvío pasando por las torres mineras de Fosse Arenberg, antes de lanzarse al adoquinado a toda velocidad.
Mons-en-Pévèle – Un tramo largo y accidentado, donde el cansancio empieza a hacer mella y el trabajo en equipo puede desmoronarse. Suele ser el punto donde se producen las primeras grandes selecciones y los aspirantes al triunfo comienzan a mostrar sus cartas.
Carrefour de l’Arbre – El último sector de cinco estrellas, ubicado a unos 15 km de la meta, suele ser el escenario de los movimientos decisivos. En 2023, fue aquí donde Van der Poel atacó y se escapó tras el pinchazo de Van Aert. El Carrefour sigue siendo la última gran oportunidad de romper la carrera antes de llegar a Roubaix.
Desde allí, los corredores afrontarán los últimos desafíos adoquinados rumbo al mítico Velódromo de Roubaix. Allí, con una vuelta y media bajo el estruendo del público, el vencedor recibirá uno de los trofeos más singulares y codiciados del ciclismo: un adoquín auténtico y la tradicional placa dorada en las duchas del velódromo.
Aunque, si yo fuera ciclista… ¡no querría ver otro adoquín en mucho tiempo!
Mathieu van der Poel llega este domingo como defensor del título y, probablemente, como el máximo favorito. Si gana, sumará tres victorias consecutivas en la París-Roubaix, una hazaña que solo han conseguido Octave Lapize (1909-1911) y Francesco Moser (1978-1980).
El historial del neerlandés en esta carrera es sobresaliente. En cuatro participaciones, nunca ha terminado fuera del Top 10:
Su dominio sobre los adoquines es incuestionable. Se desenvuelve con soltura en condiciones extremas y posee esa rara combinación de potencia, resistencia e instinto que exige esta prueba.
Pero el pasado fin de semana no logró domar a cierta bestia en la frontera belga…
La presencia de Tadej Pogacar añade un ingrediente intrigante a la edición de este año. Apenas una semana después de su contundente victoria en el Tour de Flandes, el triple ganador del Tour de Francia se enfrenta por primera vez a la París-Roubaix.
Sobre el papel, es el Monumento menos favorable a sus características. El terreno llano y brutalmente exigente de los adoquines suele beneficiar a corredores más potentes, no a escaladores. Pero Pogacar no es un ciclista convencional. Ya ha ganado dos veces en Flandes, ha triunfado en Lieja-Bastoña-Lieja e incluso animó las etapas adoquinadas del Tour de Francia en 2022. No hay nadie como él.
Roubaix será un desafío completamente distinto a todo lo que ha enfrentado hasta ahora, pero si hay alguien capaz de romper el guion, es él.
Para Wout van Aert, la temporada ha estado marcada por la frustración. Su cuarto puesto en el Tour de Flandes ha sido su mejor resultado de 2025 hasta ahora, y tras un 2024 plagado de lesiones, buscará demostrar que aún puede estar entre los mejores en los Monumentos.
Roubaix le ha traído tanto esperanzas como decepciones. Fue segundo en 2022 y uno de los más fuertes en 2023, antes de que un inoportuno pinchazo en el Carrefour de l’Arbre echara por tierra sus opciones.
Su rendimiento en Flandes, donde respondió repetidamente a los ataques de Pogacar y Van der Poel, sugiere que está cerca de recuperar su mejor versión.
Aunque todas las miradas estén puestas en el trío estelar, la París-Roubaix cuenta con una nómina de aspirantes que no debe subestimarse. Filippo Ganna, Mads Pedersen, Stefan Küng y Jasper Stuyven son ciclistas curtidos en las clásicas, capaces de aprovechar cualquier vacilación táctica.
Las condiciones meteorológicas también podrían jugar un papel crucial. Aunque se espera tiempo seco, los vientos cruzados podrían irrumpir durante el fin de semana y añadir una capa más de incertidumbre a una carrera que, de por sí, ya es impredecible.