Mathieu van der Poel está completando un
Tour de Francia bastante gris, sin brillo personal, como ya le ocurriera el año pasado. Y que nadie me venda la burra de que ser lanzador de Jasper Philipsen le hace brillar a un ciclista de su calidad. Por supuesto, si eso le hace coger forma para ganar el Mundial y los Juegos, perfecto, pero cuando analizamos lo que está haciendo en el Tour, la cosa está clara: mediocridad.
Así, hoy tendrá su última oportunidad para ganar en una Grande Boucle que, todo sea dicho, no le venía nada bien por el recorrido. Él mismo ya ha advertido que si continúan así dejará de acudir. Veremos si hoy puede cazar su triunfo (fácil no lo va a tener).
"No será una salida de locura", dice Philip Roodhooft, director del equipo
Alpecin-Deceuninck, riendo en conversación con
De Telegraaf.
"Tiene una buena oportunidad para él allí, pero eso no significa automáticamente que le lleve al éxito", es consciente de la aparentemente interminable lista de corredores que han dado vueltas a la etapa de hoy. "Hay más corredores que tienen la vista puesta en ese día. Pero sí, le mantiene ocupado y motivado. Si se le presenta una oportunidad, no dudará en aprovecharla".
"Es un Tour muy duro y creo que esto juega a favor de Mathieu, si vemos el tipo de atleta que es y el potente motor que tiene", prosigue Roodhooft. "Sufre relativamente menos que otros en las etapas de montaña, así que es lógico que siga encontrándose bien en esta tercera semana".
Sin embargo, el principal objetivo de la preparación de Mathieu van der Poel va más allá del Tour. El corredor de 29 años dedicó gran parte de su temporada a los Juegos Olímpicos de París, donde incluso eliminó la prueba de bicicleta de montaña de sus planes para preparar la carrera en carretera de la mejor manera posible. La medalla de oro será el único resultado aceptable. Y el Tour de Francia le servirá de preparación perfecta. Si encima hay una victoria de etapa, Van der Poel podrá hablar de un gran éxito.