"Ya es hora de que las organizaciones actúen": Lefevere, muy furioso por los múltiples robos de bicis

Ciclismo
sábado, 30 agosto 2025 en 15:00
Visma
En las últimas semanas, por desgracia, el robo de bicicletas a los equipos profesionales ha estado a la orden del día. Se han producido varios en el lapso de 7 días. Primero fue a Visma - Lease a Bike en el inicio de la Vuelta a España. Luego, a TotalEnergies mientras disputaba una carrera local. Un mes antes, en el Tour de Francia ocurrió lo mismo con Cofidis. Patrick Lefevere se ha hartado.
En su última columna para Het Nieuwsblad, el antiguo jefe del Soudal Quick-Step, Patrick Lefevere, pedía una seria reevaluación de la responsabilidad cuando se trata de salvaguardar el equipamiento de los equipos, con los organizadores de las carreras directamente en el punto de mira:
"Puedes preguntarte si los organizadores no tienen un deber de cuidado hacia los equipos", escribió Lefevere. "¿No deberían asegurar las zonas de aparcamiento?".
Sus comentarios se producen tras el escandaloso robo de aproximadamente 250.000 euros en bicicletas Cervélo del equipo Visma - Lease a Bike durante la Vuelta a España, un delito llevado a cabo con tal rapidez y eficacia que está claro que no se trata de un robo puntual oportunista, sino de una operación bien coordinada. La escuadra holandesa no fue la única. El equipo francés TotalEnergies también sufrió una pérdida similar a principios de esta temporada.
Para Lefevere, que ha visto cómo su propio equipo se convertía en víctima en el pasado, la situación ha alcanzado un nivel insostenible.
Patrick Lefevere pide más seguridad entre los equipos para evitar tantos robos
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Posibles medidas para solucionarlo

Al detallar las medidas defensivas que los equipos se ven obligados a tomar, Lefevere pinta un cuadro que parecería absurdo si no fuera tan necesario:
"Aparcamos el camión que lleva las bicis pegado a una pared para que no se pueda abrir la puerta trasera. O colocamos otro vehículo delante. Y si la puerta se sigue abriendo durante la noche, salta una alarma en la sala de mecánicos".
Pero incluso con este nivel de precaución, nada está garantizado. Lefevere recuerda un incidente particular durante una carrera en Toscana, cuando aún era director de Quick-Step:
"Los mecánicos habían optado por transportar las bicis en una furgoneta en lugar del camión del equipo. Es comprensible: se puede circular a 120 km/h en una furgoneta, lo que ahorra mucho tiempo para llegar a Italia. Pero para los ladrones, es un regalo".
La furgoneta -y las valiosas bicicletas que había en su interior- fueron robadas durante la noche. Las imágenes de vídeovigilancia revelaron más tarde la operación en su totalidad: una banda que utilizó su propio vehículo para cruzar un viñedo, atravesar la valla del hotel y vaciar la furgoneta del equipo en cuestión de minutos.
"Es increíble lo rápido que vaciaron la nuestra y llenaron la suya", dijo Lefevere. "Y si empiezan a tardar demasiado, simplemente tiran las bicis en arbustos o bosques. Saben que tienen que moverse rápido".
Aunque es evidente que los equipos se han visto obligados a adoptar sus propios protocolos de seguridad -desde el posicionamiento reforzado de los camiones hasta las alarmas de guardia-, Lefevere sostiene que la carga no debería recaer únicamente en ellos.
El núcleo de su frustración reside en la ausencia de apoyo estructural por parte de los organizadores de las carreras: "Empiezas a preguntarte por qué los organizadores no dan un paso al frente", afirma. "Nos invitan a sus carreras, utilizan a nuestros corredores y equipos para vender su evento y, sin embargo, nos dejan a nuestra suerte cuando se trata de protección básica".
Pocos lo discutirían. Los equipos ya soportan los costes de logística, personal y equipamiento, que a menudo ascienden a millones al año. Sufrir cuantiosas pérdidas económicas y materiales durante una carrera debido a la falta de seguridad en los recintos es, para muchos, un fracaso evitable.
A pesar del tono serio de su artículo, Lefevere se permite un momento de irónica nostalgia: "Durante una carrera en Apulia, me fijé en un montón de scooters que daban vueltas alrededor de nuestro aparcamiento: chavales jóvenes claramente interesados en lo que teníamos".
Preocupado, Lefevere planteó el problema al dueño del hotel, que le ofreció una solución muy italiana: "Me dijo que, por un módico precio, podía arreglarlo. Pagué y, poco después, reaparecieron dos de esos scooters, sólo que ahora actuaban como nuestra seguridad, con armas metidas en sus pantalones de chándal".
"Aquellos eran los buenos tiempos", bromeó Lefevere.
Bromas aparte, el mensaje es claro: el ciclismo profesional no puede seguir tratando estos incidentes como mala suerte o desgracias aisladas. La creciente sofisticación de los robos apunta a redes delictivas que atacan las carreras con impunidad, y a menos que los organizadores adopten un papel más proactivo en la seguridad de las zonas de los equipos, especialmente en los hoteles y las zonas de salida, es probable que el problema siga agravándose.
Los equipos hacen lo que pueden. Pero sin apoyo estructural, es un juego del gato y el ratón que no pueden ganar solos.
En palabras de Lefevere: "Los organizadores tienen un deber de diligencia: ya es hora de que actúen como tales".
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