Marlen Reusser nunca ha sido de andarse con rodeos. Médica de formación y una de las contrarrelojistas más respetadas del pelotón, lleva años siendo una voz clara y reflexiva en el ciclismo profesional. Pero sus recientes declaraciones sobre la campeona del
Tour de Francia Femenino 2025,
Pauline Ferrand-Prévot, han tocado un tema que trasciende autobuses, podios y resultados.
"Esperábamos secretamente que no tuviera éxito", confesó Reusser en una entrevista con
Tages-Anzeiger, refiriéndose a la victoria arrolladora, y también controvertida, de la francesa. Su preocupación no es únicamente el rendimiento, sino el mensaje que puede estar enviando a las nuevas generaciones y las implicaciones que esto tiene para la salud y la sostenibilidad del pelotón femenino.
Ferrand-Prévot protagonizó un regreso de cuento: tras centrarse durante años en el BTT, volvió a la carretera y se llevó la París-Roubaix y, finalmente, el Tour, poniendo fin a 40 años de espera para Francia. Sin embargo, ese triunfo tuvo un precio calculado: meses de aislamiento en Andorra, ausencia de competición, una dieta estricta y la pérdida de cuatro kilos, casi un 10% de su peso corporal.
Para Reusser, esto no es una anécdota, sino una señal de alarma. "Ha establecido un nuevo estándar. Cuando una ciclista tiene tanto éxito tras adelgazar así, nos presiona a todas".
La transformación de Ferrand-Prévot no ha pasado desapercibida: mediciones de pliegues cutáneos antes del desayuno, un maillot que cuelga holgado y una narrativa visual difícil de ignorar para jóvenes ciclistas en formación. Reusser cuenta que una compañera júnior le preguntó: "¿Has visto? Se mira los pliegues antes de decidir si come".
En un deporte con un pasado marcado por la alimentación desordenada, la RED-S (Deficiencia Energética Relativa en el Deporte) y las presiones sobre la imagen corporal, este tipo de ejemplos puede tener un efecto dominó. El pelotón masculino parece haber aprendido: la alimentación se gestiona de forma más equilibrada y referentes como Pogacar no destacan por la delgadez extrema. En el femenino, sin embargo, hay señales de retroceso.
Reusser lo resume con claridad: "Como atleta, la admiro. Como médica, me preocupa". La línea entre optimización del rendimiento y perjuicio para la salud es fina, y los riesgos, desde alteraciones hormonales hasta problemas de salud mental, son reales.
También está el simbolismo. Un cuerpo más delgado, un maillot sobredimensionado, pesajes públicos… y, por encima, la llamada del Presidente de Francia para felicitarla. El mensaje implícito es difícil de contrarrestar.
Pauline Ferrand-Prévot, ganadora del Tour de Francia Femenino 2025
No es la única en expresar inquietud. Demi Vollering, segunda en el Tour, declaró: "No estoy hecha para ser la más ligera del pelotón. No forzaré a mi cuerpo a ser algo que no es". Y dejó un mensaje directo a las jóvenes: "Cuidaos. Haced preguntas. Confiad en vuestro cuerpo".
Ferrand-Prévot ha insinuado que volverá a su peso habitual tras el Tour, lo que apunta a una estrategia temporal. Pero incluso las medidas a corto plazo tienen impacto en un deporte donde lo visible se convierte en modelo a seguir.
Reusser ya había propuesto hace años a la UCI la creación de un mínimo de grasa corporal para proteger a las ciclistas, sin éxito. Ahora, con el foco de nuevo en el peso, pide tratar el tema con responsabilidad: "Llevamos años educando contra los trastornos alimentarios. Pero, ¿qué pensará una chica de 17 años sin nutricionista al ver que se celebra este ideal?".
Para ella, la cuestión es clara: equilibrar ambición e integridad. Con la vista puesta en el Tour de 2026, seguirá compitiendo a su manera, buscando victorias sin comprometer su salud. Porque, en última instancia, la pregunta no es solo cómo se ganan las carreras, sino a qué precio.