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Vuelta a España 2025 fue testigo de una inusual interrupción el miércoles, cuando la Etapa 11 en Bilbao fue neutralizada tras las grandes manifestaciones pro palestinas cerca de la línea de meta. "Inusual" es una palabra para describir el incidente, pero quizá una mejor sea "inevitable".
Los organizadores de la carrera, preocupados por la seguridad, detuvieron la carrera a tres kilómetros de la línea de meta, anulando el resultado de la etapa, y aunque se tomaron los tiempos de la clasificación general, no se proclamó un
ganador oficial de la etapa.
Este momento se sitúa en la intersección de dos derechos y responsabilidades fundamentales: el derecho a protestar y el deber de garantizar la seguridad de los atletas. Las manifestaciones han desempeñado siempre un papel en la formación del discurso público, y los acontecimientos deportivos de alto nivel son escenarios naturales para amplificar los mensajes políticos debido a la visibilidad que ofrecen.
Sin embargo, el ciclismo profesional, con su formato de carretera abierta y barreras mínimas entre corredores y espectadores, es especialmente vulnerable a las perturbaciones. Es una situación increíblemente delicada, por razones que van mucho más allá del deporte.
La decisión de los organizadores subraya la primacía de la seguridad de los pilotos. La neutralización es poco frecuente, pero ante manifestaciones de gran envergadura que se extienden por zonas críticas del recorrido, la continuación de la carrera entraña el riesgo de colisiones, confusión y posibles lesiones.
Kiko García, director técnico de la carrera, reconoció la gravedad de la situación y declaró a los periodistas: "Sólo hay una solución: que el equipo israelí reconozca que su presencia aquí no favorece la seguridad". García subrayó que los propios organizadores carecen de autoridad para retirar a un equipo inscrito en la UCI (Israel - Premier Tech), por lo que el asunto queda en manos del organismo rector.
Para los ciclistas, las protestas plantearon consideraciones tanto de seguridad como éticas. Richard Plugge, director general del equipo Visma - Lease a Bike, expresó lo que muchos en el pelotón sentían: "Todo el mundo tiene derecho a protestar, pero nunca debe poner en peligro a los demás".
El sindicato de ciclistas, Cyclistes Professionnels Associés (CPA), se hizo eco de estos sentimientos, dejando claro que, si bien la protesta es un derecho democrático, no debe ir en detrimento de la seguridad: "Cualquier acción que ponga en peligro la seguridad de los ciclistas o la integridad del deporte no puede justificarse".
Un deporte definido por la accesibilidad
El ciclismo, a diferencia de muchos otros deportes, se practica casi exclusivamente en espacios públicos. Las carreteras no son sólo pistas de carreras, sino también arterias cotidianas de la vida cívica, y a menudo vuelven a abrirse al tráfico apenas unas horas después de que haya pasado la carrera.
Esta apertura, celebrada durante mucho tiempo como parte del encanto de este deporte, también lo expone a la imprevisibilidad. A diferencia de un estadio de fútbol o de una pista de tenis, el ciclismo no puede cerrarse fácilmente al público y es mucho más difícil de gestionar para los "comisarios". Lo que hace único a este deporte, su accesibilidad, también lo hace vulnerable.
Esta paradoja nunca ha estado tan clara como el miércoles.
Israel - Premier Tech en el centro del debate
La neutralización, aunque decepcionante para los aficionados y corredores, era la opción más segura en Bilbao. Pero el episodio plantea cuestiones más amplias a los órganos de gobierno del ciclismo.
¿Cómo pueden los organizadores proteger la esencia del deporte, su apertura, al tiempo que mitigan los riesgos que plantean las manifestaciones a gran escala? ¿Existen formas de anticipar y gestionar los conflictos políticos, sobre todo cuando en la línea de salida hay equipos vinculados a conflictos geopolíticos?
No son cuestiones sencillas. Afectan al núcleo de la identidad del ciclismo como competición mundial al aire libre, entrelazada con las vías públicas, las comunidades locales y las realidades políticas. Cualquier intento de "cerrar" el deporte corre el riesgo de erosionar su accesibilidad; cualquier intento de ignorar las realidades de la protesta corre el riesgo de poner en peligro a sus participantes.
El deporte como plataforma para la libertad de expresión
El ciclismo no es el único deporte afectado por el activismo: el tenis ha visto partidos interrumpidos por manifestantes contra el cambio climático que se encadenaban a las redes o se pegaban a las gradas. Los partidos de fútbol se han visto interrumpidos en toda Europa por pancartas de contenido político o invasiones del terreno de juego.
La Fórmula 1 se ha enfrentado a invasiones de pista, incluidos incidentes muy sonados en los que manifestantes entraron en la línea de carrera durante eventos en directo. Cada caso suscita un debate conocido en todas las disciplinas: cómo proteger a participantes y espectadores respetando el principio de la protesta pacífica.
Lo que une a estos incidentes es la visibilidad. El deporte es una de las actividades humanas más vistas del planeta. Para los activistas, un partido de ciclismo o de fútbol no es sólo una competición, es un acontecimiento retransmitido, un megáfono que transmite un mensaje a millones de personas. En Bilbao, esa visibilidad fue aprovechada por los manifestantes propalestinos, que consiguieron atraer la atención internacional hacia su causa, aunque a costa de poner en peligro a otros.
El rompecabezas ético
La etapa de Bilbao de la Vuelta se ha convertido en un momento decisivo. Por un lado, los manifestantes ejercieron su derecho democrático a protestar; por otro, sus acciones crearon condiciones consideradas inseguras para los atletas, los oficiales y, potencialmente, los espectadores. Las palabras de Plugge, "nunca debería poner en peligro a los demás", encarnan el dilema.
La protesta no es intrínsecamente ilegítima, pero el método es muy importante. Especialmente en deportes como el ciclismo y la F1, en los que las caídas pueden cambiar vidas, la forma de protestar es fundamental.
Israel - Premier Tech, el equipo indirectamente en el centro de las protestas, se encuentra ahora en una posición delicada. El llamamiento de García para que el equipo "reconozca que su presencia aquí no favorece la seguridad "enmarca el debate no como una cuestión de bien o mal, sino de responsabilidad práctica.
Si la participación de un equipo cataliza protestas que amenazan la seguridad de la carrera, ¿tiene ese equipo la obligación de reconsiderar su presencia? ¿O su retirada equivaldría a una capitulación que sentaría un precedente de presión política en el deporte? Son preguntas espinosas sin respuesta fácil.
Lecciones y preguntas complementarias
Cuando se reanude la Vuelta, las repercusiones de Bilba permanecerán. El episodio subraya la fragilidad del deporte en directo, especialmente en una disciplina como el ciclismo, inseparable del espacio público. También pone de relieve la urgencia de que las instituciones deportivas encuentren marcos que equilibren prioridades contrapuestas: la legitimidad de la protesta, la seguridad de los atletas y la integridad de la competición. El ciclismo parece mal preparado para lo que ocurrió ayer, a pesar de las numerosas advertencias durante la Vuelta de que podía ocurrir.
Las soluciones no serán sencillas. Una mayor coordinación entre los organizadores y las autoridades locales puede reducir los riesgos, pero no eliminarlos por completo, mientras que el diálogo entre equipos, corredores y grupos de protesta podría ayudar a identificar los puntos conflictivos antes de que estallen, aunque esto presupone la buena fe de todas las partes.
En definitiva, lo que demuestra Bilbao es que el deporte no existe en el vacío. Está imbricado en la vida política y social y, por tanto, inevitablemente expuesto a las corrientes del mundo que le rodea.
Para los aficionados, la neutralización de la Etapa 11 fue anticlimática, una línea de meta que nunca llegó. La mayoría de los ciclistas han sido muy cuidadosos en su descripción de lo sucedido el miércoles, lo que demuestra que saben lo delicada que es la situación.
¿Cuáles crees que son las mejores ideas de solución? ¿Cómo pueden el ciclismo, los organizadores y los equipos de seguridad encontrar una manera de controlar respetuosamente las protestas? ¿Y cuál es tu postura respecto a Israel - Premier Tech, que tiene la obligación de cuidar a los demás equipos?