ANÁLISIS: El Día que Jonas Vingegaard cambió el ciclismo para siempre

Ciclismo
martes, 08 abril 2025 en 15:00
Vingegaard Drome 2022

Han pasado 1000 días desde una de las etapas más emblemáticas del Tour de Francia en la era moderna. El 13 de julio de 2022, la Etapa 11 del Tour atravesó el Col du Télégraphe y el Col du Galibier antes de concluir en la cima del imponente Col du Granon.

Artículo original de Fin Mayor

Fue un día de pura carnicería en los Alpes, un punto de inflexión. Por primera vez, Tadej Pogacar se quebró.

Y lo hizo de forma estrepitosa.

El prodigio esloveno, aparentemente intocable tras sus victorias consecutivas en el Tour, demostró finalmente ser humano. ¿Quién logró quebrarlo? Jonas Vingegaard, impulsado por una actuación histórica del equipo Jumbo-Visma, ahora conocido como Team Visma | Lease a Bike.

Ese día ya forma parte del folclore ciclista, y cualquier aficionado recuerda dónde lo vio. No solo porque Pogacar perdiera el maillot amarillo, sino por el dominio físico y táctico de sus rivales, y por la forma en que se vino abajo.

Fue una clase magistral de estrategia y una ascensión brutal que cambió la dinámica de las grandes vueltas y ofreció a Vingegaard la plataforma para convertirse en bicampeón del Tour.

Repasemos aquel fatídico día del verano de 2022.

Etapa 11

La ruta de 151,7 km desde Albertville hasta la cima del Col du Granon ya se perfilaba como decisiva, pero nadie podría haber anticipado la brutalidad de lo que sucedió.

El Jumbo-Visma, consciente de que debía destronar a Pogacar, activó su plan desde muy temprano. Primoz Roglic, pese a estar magullado por caídas anteriores, se lanzó al ataque en el Col du Télégraphe. Atacó sin tregua y obligó a Pogacar a responder una y otra vez.

Cuando los corredores llegaron al Galibier, Pogacar ya estaba aislado, y el UAE Team Emirates, debilitado por enfermedades y caídas, no tenía suficientes efectivos. Jonas Vingegaard mantuvo la calma, mientras que Pogacar había consumido energías tratando de responder a cada movimiento. Wout van Aert también tuvo un papel crucial, bajando desde la escapada para marcar el ritmo de Roglic y endurecer la carrera.

En la cima del Galibier, Pogacar aún parecía fuerte, e incluso atacó, pero ¿acaso fue un intento de disimular que, por primera vez, el depósito estaba en reserva?

El daño ya estaba hecho. El elástico había llegado al límite.

El Granon

Luego llegó el Col du Granon. Una subida colosal, poco frecuentada, que solo había aparecido una vez en el Tour, en 1986, cuando el español Eduardo Chozas ganó allí. La carretera angosta se retuerce con rampas largas y expuestas, y a medida que el oxígeno escaseaba, también lo hacía la resistencia de Pogacar.

A falta de 4,5 km, Vingegaard lanzó su ataque. Pogacar intentó seguirle. Durante unos pocos metros, pareció que podría. Pero entonces ocurrió lo impensable: se sentó. Su rostro se contrajo de dolor. Se había roto. Y de forma contundente.

No fueron solo unos segundos perdidos, fueron 2:51 minutos. Pogacar avanzó en agonía mientras, uno a uno, los aspirantes a la clasificación general lo superaban: Geraint Thomas, David Gaudu, Nairo Quintana. El maillot amarillo se le escapaba, y no había nada que pudiera hacer. Vingegaard se llevó la victoria y, con ella, el maillot jaune por primera vez en su carrera.

Nunca volvería a soltarlo.

Vencer al rey

Hasta ese momento, Pogacar parecía invencible en las grandes vueltas. Había ganado el Tour 2020 de manera milagrosa con su contrarreloj en La Planche des Belles Filles, y en 2021 dominó de principio a fin. Atacaba cuando quería, y a menudo ganaba tiempo en lugares inesperados.

Pero en la Etapa 11 de 2022 se mostró vulnerable, y por más que lo intentó, no pudo superar a Visma ese año.

También marcó un antes y un después. Vingegaard no solo demostró que podía igualar a Pogacar, sino superarlo. Y el Jumbo-Visma evidenció que un equipo cohesionado podía vencer al chico de oro del ciclismo.

Gran parte del mérito fue para la brillante estrategia de Jumbo-Visma. El uso de Roglic para obligar a Pogacar a desgastarse persiguiendo fue clave. También lo fue la profundidad del equipo. Sepp Kuss cumplió a la perfección su rol de "domestique" de montaña, marcando el ritmo a Vingegaard cuando fue necesario. Wout van Aert, que ya había ganado una etapa al sprint y lucía el maillot verde, sacrificó sus propias opciones para ayudar a romper el ritmo de Pogacar desde el inicio.

Fue un día en el que todo funcionó para la escuadra neerlandesa, y todo se desmoronó para el UAE Team Emirates.

El cambio de historia

Pogacar, por su parte, no se rindió. Recuperó tiempo con una victoria en Peyragudes y otra imponente en Hautacam. Pero Vingegaard no volvió a tambalearse. Sentenció el Tour con una exhibición majestuosa en la última etapa de montaña y una contrarreloj firme y calculada.

En 2023, Vingegaard aplastó a Pogacar en la tercera semana del Tour, y ambos quedaron empatados con dos maillots amarillos. Por supuesto, en 2024, Pogacar cambió el guion con la mejor temporada ciclista jamás vista y recuperó su trono.

El pasado fin de semana, Pogacar conquistó por segunda vez el Tour de Flandes frente a un grupo de leyendas del ciclismo clásico. Este próximo fin de semana afrontará el reto de París-Roubaix, en busca de otro monumento, antes de volver a centrar su atención en el Tour de este verano.

Hoy en día, el campeón del mundo es favorito en casi todas las carreras en las que participa.

Pero conviene recordar que, antes de aquella Etapa 11 del Tour 2022, Pogacar era considerado imbatible. Muchos expertos creían que ganaría todos los Tours venideros, hasta que Vingegaard y Visma rompieron el libreto.

1000 días después, aquella etapa sigue siendo un punto de referencia. Fue el nacimiento de una nueva rivalidad. El día en que Pogacar se quebró. Y el día en que Vingegaard se alzó.

Mientras los aficionados al ciclismo cuentan los días que faltan para el próximo Tour, aquella jornada alpina sigue resonando en todo el deporte. No se trató solo de perder el maillot amarillo, sino de comprender que incluso los más grandes son humanos, y que hasta las piernas más fuertes pueden fallar.

Sin duda, nunca olvidaremos una de las mejores etapas en la historia del Tour de Francia.

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