Tras la organización del Mundial de ciclocross en Liévin a comienzos de 2025 y la próxima Copa del Mundo en Flamanville, Francia sigue sin encontrar presencia destacada en la élite masculina del ciclocross. En categoría femenina la situación es algo mejor, pero es preocupante que los actuales campeones nacionales,
Amandine Fouquenet y
Clément Venturini, no hayan conseguido contrato para 2026. El ex corredor y analista de Eurosport
Steve Chainel ofrece su visión sobre el estado actual del ciclocross francés.
Una carrera marcada por la doble disciplina
Durante su trayectoria,
Chainel fue un ejemplo de ciclista que combinaba carretera y ciclocross, a veces en contra de las indicaciones de su equipo. Esto le permitió lograr victorias como una etapa en la Driedaagse van De Panne-Koksijde y un título nacional de ciclocross, en una generación dominada por la leyenda francesa Francis Mourey.
“Como francés, no es sencillo viajar cada fin de semana a Bélgica. Yo vivía en los Vosgos y el trayecto de cuatro horas era manejable, pero desde Burdeos o Bretaña, con viajes de siete horas o más cada fin de semana, te destruyes en dos meses. Lo mismo ocurre con los mecánicos, la autocaravana y la gasolina, que cada vez es más cara”, explica Chainel.
La presión de los equipos hacia la carretera
Aunque muchos jóvenes franceses comienzan en el ciclocross desde temprana edad, al llegar al profesionalismo casi todos se trasladan a la carretera. “En todas las estructuras francesas en las que he estado, la consigna es clara: el ciclocross solo sirve como preparación para la carretera. Incluso los grandes talentos junior no son considerados especialistas. Por eso ciclistas como Arnaud Jouffroy,
Julian Alaphilippe o Pauline Ferrand-Prévot nunca desarrollaron una carrera destacada en ciclocross”, añade Chainel.
Esta presión afecta a talentos recientes como Quentin Jauregui, tercer clasificado en el Mundial sub-23, y Joshua Dubau, que terminó en mountain bike.
Chainel reconoce que la visión está empezando a cambiar, pero de manera muy gradual. “En Decathlon CMA CMG, el giro está empezando gracias a la iniciativa de los propios ciclistas. Aubin Sparfel, de apenas 19 años, ha firmado un contrato que le permite competir en ciclocross cada invierno. Sin embargo, otros como Léo Bisiaux y Paul Seixas están abandonando la disciplina”, apunta.
El problema radica en la cultura de los equipos y en la logística: transportar corredores y material a Bélgica cada semana es costoso y exige gran esfuerzo para equipos y personal. “Francia no tiene la misma cultura que Bélgica. Los equipos grandes no quieren enviar a la gente cada fin de semana al extranjero; se busca proteger al personal en invierno”, explica Chainel.
Venturini en el Tour de France 2025
La necesidad de un modelo francés sólido
Chainel subraya que el ciclocross puede fortalecer a los ciclistas en las clásicas de primavera. Ejemplos como Wout van Aert o Mathieu van der Poel lo demuestran, y la aceptación del ciclocross se está expandiendo a otros equipos y categorías: Thibau Nys, Lucinda Brand y Célia Gery reciben un tratamiento similar que permite compaginar ambas disciplinas.
No obstante, la creación de un equipo francés de ciclocross sigue siendo complicada. “Encontrar patrocinadores dispuestos a invertir en visibilidad en Bélgica es difícil, y además, contratar a los corredores en Francia implica pagar muchos impuestos. Por eso talentos como Hélène Clauzel terminan en equipos belgas que les permiten competir tanto en carretera como en ciclocross”, señala Chainel.
Las nuevas reglas de la UCI y el estatus olímpico podrían facilitar que los ciclistas franceses vuelvan al ciclocross. Chainel confía en que próximas generaciones puedan expresarse más libremente y combinar ambas disciplinas.
Sobre la Coupe de France, reconoce que la logística y los costes limitan la participación: los desplazamientos entre sedes son largos y costosos, lo que desincentiva la participación.
Finalmente, Chainel continúa promoviendo la disciplina: busca instalar circuitos seguros en cada departamento francés y mejorar la cobertura televisiva para aumentar la visibilidad de la Copa de Francia, tomando ejemplo del modelo belga. “Estamos evolucionando, aunque lentamente, en la dirección correcta”, concluye.