Kiko Galván vive un momento especialmente complejo tras su salida del Equipo
Kern Pharma, que decidió despedir al ciclista después de que publicara en sus redes sociales varios vídeos que ponían en peligro la seguridad vial.
En esas imágenes se le veía descendiendo a gran velocidad por una carretera de varios carriles, llegando a invadir el carril contrario, una conducta que el equipo entendió como incompatible con la seguridad vial y con la imagen y los valores del ciclismo profesional. La decisión fue inmediata y supuso un punto de inflexión en la carrera y en la vida personal del corredor.
Días después de hacerse público su despido, Galván ha querido explicar su situación actual a través de un mensaje publicado
en su cuenta de Instagram. Un texto cargado de reflexión y autocrítica en el que reconoce su error, asume las consecuencias y describe con crudeza cómo ha cambiado su realidad desde que se quedó sin equipo. Lejos de buscar justificaciones o compasión, el ciclista se muestra consciente del alcance de lo sucedido y del impacto que ha tenido tanto en él como en las personas de su entorno.
En su publicación,
Galván relata episodios muy concretos que reflejan la brusquedad con la que dio un giro su vida, como la necesidad de vender su coche tras perder su contrato profesional o la sensación de vacío al regresar a casa caminando después de cerrar esa etapa.
También habla de su estado emocional, de entrenar vestido de negro como reflejo de cómo se siente por dentro y de la contradicción de seguir siendo reconocido por la gente mientras carga con la vergüenza de haber fallado. El ciclista pone el foco en el dolor de haber decepcionado a sus padres, a su entorno más cercano y, especialmente, en el apoyo de su pareja, a la que señala como su principal sostén en los momentos más duros.
Kiko Galván cometió un error garrafal que le costó el despido de Kern Pharma
Mensaje en redes de Kiko Galván
“Nunca pensé que el ciclismo lo viera tanta gente. Siempre creí que éramos cuatro locos y ya. Este año tuve que vender mi coche después de que me echaran del equipo. Salí del concesionario y me fui andando a casa. Ahí entendí lo rápido que puede cambiar todo. Desde entonces entreno vestido de negro. No por estética, sino porque es como me siento. Y aun así, la gente me reconoce, me para, me pregunta. Y yo sonrío, pero por dentro me da vergüenza. Vergüenza de haber fallado. De decepcionar a mis padres. A mi gente. A mi novia, que ha sido la única que me ha sostenido cuando todo se caía. No escribo esto para dar pena ni para justificar nada. Me equivoqué. Un error tiene consecuencias y las estoy pagando. Pido perdón a quien se haya sentido afectado. Dejar la bici no me duele. Viví el ciclismo como quise: a tope, con el corazón, sin medias tintas. Lo que duele es sentir que has decepcionado a los tuyos. Eso es lo más duro. Hoy no me despido. Solo paro. Respiro. Y sigo adelante, como pueda, pero con los pies en el suelo. Porque la vida no siempre te deja elegir el camino, pero sí cómo lo caminas.”