El próximo
21 de septiembre se disputará una de las pruebas más esperadas del
Mundial de Ciclismo en Ruta: la contrarreloj individual élite femenina. Será una cita que promete emociones fuertes, tanto por la calidad de las participantes como por la dureza de un recorrido que se aparta de los cánones tradicionales.
Entre las grandes aspirantes al maillot arcoíris se encuentran Chloé Dygert y
Demi Vollering, dos ciclistas que llegan con un nivel altísimo y que encabezan la lista de favoritas en una carrera que, por sus características, puede resultar sorprendentemente abierta y difícil de controlar.
La prueba está programada para comenzar a las 10:10 (hora HEC) y finalizar en torno a las 12:55 (hora HEC), tras un esfuerzo cronometrado que pondrá a prueba no solo la capacidad física de las corredoras, sino también su inteligencia táctica en la gestión de la energía a lo largo de todo el trazado.
A diferencia de lo que ocurre en muchas contrarrelojes, esta no puede catalogarse ni como una cronoescalada pura ni como una llana pensada para especialistas. El trazado de Kigali presenta una personalidad propia: se desarrolla íntegramente a una altitud de unos 1.500 metros sobre el nivel del mar, lo que supone una dificultad añadida para aquellas ciclistas menos habituadas a competir en altura.
Perfil: Kigali - Kigali
Kigali - Kigali, 31 kilómetros
Además, el perfil incluye cuatro ascensiones, una de ellas adoquinada, que en conjunto suman aproximadamente 500 metros de desnivel positivo. No son puertos de gran envergadura, pero sí rampas lo suficientemente selectivas como para marcar diferencias entre quienes gestionen bien sus fuerzas y quienes fallen en los momentos clave. Esto convierte la prueba en un reto en el que la forma física del momento será un factor incluso más decisivo que la experiencia previa en contrarreloj.
El recorrido total de la prueba será de 31 kilómetros, con salida y llegada en la propia ciudad de Kigali, con un primer sector llano: la contrarreloj arranca con un tramo inicial relativamente favorable y sin grandes dificultades, que permitirá a las ciclistas encontrar ritmo y cadencia.
La Côte de Nyanza: el primer punto de control intermedio se situará en la cima de esta ascensión, de 2,4 kilómetros al 6%, ubicada en el kilómetro 10,5. Será el primer gran examen del día, donde se comprobará quién se adapta mejor a las rampas en altitud.
Un segundo ascenso por la misma colina: tras un rápido descenso, el recorrido afronta la subida por la vertiente opuesta, más larga pero con una pendiente más amable: 6,6 kilómetros al 3,5%. Aunque no es brutal, sí exigirá dosificar al máximo el esfuerzo, pues la gestión aquí será clave para no hipotecar la parte final de la prueba.
Descensos estratégicos: los tramos de bajada entre estas subidas darán cierto respiro a las corredoras, aunque también serán zonas en las que habrá que mantener la concentración y no perder segundos preciosos.
El recorrido femenino evita una subida extra que sí estará presente en la contrarreloj masculina, lo que no significa que el trazado sea menos exigente. De hecho, lo que aguarda en los últimos kilómetros puede resultar decisivo.
El gran momento culminante llegará con la ascensión a la Côte de Kimihurura, un muro adoquinado de 1,3 kilómetros al 5,9%, situado a escasa distancia de la línea de meta. Esta subida, además de su dureza física, añade el componente técnico del pavé, lo que obligará a las ciclistas a mantener un equilibrio perfecto entre potencia y control.
Pero el reto no termina allí: una vez superada la cima, el trazado sigue picando hacia arriba hasta la llegada. Eso significa que será imprescindible guardar fuerzas para el final, ya que los últimos metros, en ligero ascenso, pueden marcar diferencias decisivas y convertirse en el tramo que decida el nuevo título mundial.