En los últimos meses se ha prestado mucha atención al
Monte Lussari, la última subida del
Giro de Italia que encabeza la contrarreloj final. Sus pendientes increíblemente pronunciadas y sus problemas logísticos han provocado un gran debate y controversia, y
Patrick Lefevere no cree que los ciclistas se vean obligados a subirlo.
"Una contrarreloj decide hoy el Giro, aunque también se le puede llamar circo. No voy a sopesar mis palabras: tal y como está trazado ahora el recorrido, estoy en contra al trescientos por cien", escribió el director del Soudal - Quick-Step en su columna de Het Nieuwsblad. "No entiendo la fascinación por esos porcentajes extremos de aumento. Este Giro ha proporcionado la prueba: cuanto más empinada es la montaña, más a menudo da lugar a un ratón".
La subida corría el riesgo de no participar en el Giro, debido al enorme reto logístico que plantea. Entre otras cosas, los corredores tendrán una zona de transición obligatoria en la base de la subida, el acceso a los aficionados será limitado, los corredores irán apoyados por motos y no por coches, y luego tendrán que bajar la montaña en teleférico -a lo que se añade el hecho de que todos los corredores llevarán bicicletas equipadas con marchas extremadamente ligeras que rara vez se ven en el ciclismo de carretera.
"En la etapa del Giro a Crans Montana, el pelotón quería un acortamiento de la etapa y lo consiguió. Pero entonces no entiendo por qué han dejado pasar la contrarreloj de hoy. Ilan Van Wilder corre la contrarreloj con un cambio de 36×34. Eso es ciclismo de montaña, no carreras de carretera", continúa Lefevere. "Creo que deberíamos controlar más estrictamente los límites de las distintas disciplinas".
Soudal Quick-Step esperaba tener a
Remco Evenepoel luchando en la subida por la victoria en el Giro, pero desde el brote de Covid-19 el equipo se redujo a lo que ahora son sólo dos corredores. Ilan van Wilder ha dado una buena y consistente batalla para meterse en la lucha por los puestos secundarios de la CG, pero llega como poca recompensa por la extensa preparación que el equipo tuvo para la Corsa Rosa.
"Y luego, en los últimos diez kilómetros decisivos, hay un mecánico en moto detrás, con una bicicleta al hombro. ¿Son esos los estándares profesionales que se quieren propagar como deporte ciclista? Creo que es una farsa", concluyó Lefevere.