5 de junio de 1988,
Passo di Gavia,
Giro de Italia. Etapa corta, de apenas 120 kilómetros. El director de carrera, el clásico Vincenzo Torriani, había sido criticado años anteriores por acortar etapas duras para beneficiar a los rodadores locales. Eso año, pese a las inclemencias, decidió no hacerlo. Etapa corta, de 120 kilómetros. Con ascenso y descenso al coloso, al Passo di Gavia de 2.618 metros de altura con una pendiente media del 8.5 km en los 14 kilómetros finales, los últimos sin asfaltar.
Esa tierra no asfaltada, debido a la nieve y a la lluvia, se había convertido en lodo. Las imágenes no parecían provenir de 1988, parecían de principios del siglo XX, cuando los corredores recorrían carreteras sin asfaltar en condiciones infrahumanas.
Passo di Gavia, Giro de Italia, 1988.
Pese a que se avisa que nevará por encima de los 1.500 metros, la carrera no se suspende. En cabeza, con la maglia ciclamino,
Johan van der Velde busca la gloria eterna. Quiere llegar arriba, sumar los puntos y bajar lo más rápido que pueda hasta la meta en Bornio. Llegó a ser quinto en el Giro de 1985, pero tres años después no pasaba por su mejor momento. Por detrás del neerlandés viene el líder Franco Chioccioli y los extranjeros que buscan quitarle la maglia rosa: Andrew Hampsten, Erick Breukin y
Perico Delgado.
Así, se van formando grupos sobre el lodazal, con Hampten con Breukin con algo de ventaja con Cioccioli y Giovanetti. Perico, destrozado por el frío, pierde ya mucho tiempo.
Passo di Gavia, Giro de Italia, 1988.
Johan continúa en cabeza y, pese a las inclemencias, no lleva ni guantes ni manguitos. El espectáculo desde la televisión es brutal. Johan llega a la cima helado. El termómetro marca 5 grados bajo cero y tiene las extremidades congeladas. No tiene auxiliares que le den ropa seca, no logra colocarse un chubasquero que le ofrece un aficionado y se lanza a tumba abierta en el descenso. Sin ropa seca, sin frenos (congelados), tiene que poner pie a tierra. Está congelado. Hampten, que había llegado a la cima a un minuto, le pasa. Luego le pasan muchos más.
El espectáculo es tremendo. Breuklin acaba adelantado a Hampten en el descenso y acaba ganando la etapa. Nada más pasar la meta se desmaya. Perico Delgado llega completamente roto por el frío. 45 minutos más tarde entró en la meta Johan van der Velde. El hombre que pasó en cabeza el Passo di Gavia, con síntomas evidentes de hiportemia.
Hubo insultos hacia los organizadores por parte de los corredores. Nunca más se ha vuelto a correr una etapa así. Queda para la historia del Giro de Italia aquella locura de junio del 88.
Johan van der Velde, en la meta de Bornio.