Dos tapados de París-Roubaix: "Los vatios por kilo no importan y la suerte también es un factor importante"

Ciclismo
domingo, 13 abril 2025 en 5:00
laurenzrex

En el laberinto de polvo y adoquines que es París-Roubaix, dos hombres llegan con historias distintas pero con una ambición común: romper los pronósticos y dejar su huella en la edición 2025 del Monumento más salvaje del ciclismo. Son Jenthe Biermans (Arkéa - B&B Hotels) y Laurenz Rex (Intermarché - Wanty), dos belgas que encarnan la lucha de los outsiders, esos corredores que no parten como favoritos, pero que sueñan con desafiar a los gigantes.

Para Jenthe Biermans, Roubaix es un asunto personal. Hace casi una década, en 2016, estuvo a punto de conquistar la versión sub-23 de la carrera, sólo por detrás de un tal Filippo Ganna. Desde entonces, la versión profesional de esta bestia adoquinada le ha sido esquiva. “Como profesional, las cosas nunca me han ido bien en el infierno”, confesó a Sporza, dejando entrever una espina que aún duele.

Y sin embargo, el corredor de 28 años mantiene viva la llama. En 2024, firmó una actuación sólida, aunque lejos del protagonismo: estuvo en el segundo grupo, cuando el Alpecin-Deceuninck desató el caos al frente. Ahora, con menos carreras en las piernas y un enfoque diferente, Biermans cree que la suerte podría estar de su lado. “En Roubaix todo es posible. Mucho más que en el Tour. Hay margen para las sorpresas, y espero ser una de ellas.”

Su plan es claro, sencillo, brutalmente honesto: meterse en la escapada, sobrevivir al caos, y soñar. “Si los grandes se van, no podré seguirles el ritmo. Así que tengo que anticipar, como el 90 % del pelotón.”

Laurenz Rex ya sabe lo que es saborear el éxito en esta carrera despiadada. En 2023, terminó noveno. No fue un milagro. Fue trabajo duro y carácter. A sus 25 años, el coloso belga —alto, poderoso, hecho para los adoquines— regresa con las ideas claras y las piernas preparadas. “Me sorprendió y no me sorprendió al mismo tiempo. Sabía que podía hacerlo, pero fue impactante lograrlo tan pronto.”

Este año, el objetivo no es simplemente repetir: es ir más allá. El top 10 ya no es una utopía, es una meta realista. Y para lograrlo, ha puesto todo su invierno al servicio de un solo día. “He trabajado duro. Me siento bien. Si no me caigo, creo que puedo volver a estar entre los diez mejores.”

Lo más fascinante de la visión de Rex es su convicción de que, incluso ante colosos como Van der Poel y Pogacar, hay margen para soñar. Porque Roubaix no es una clásica más. No es sólo una cuestión de vatios por kilo. Es una mezcla de fuerza bruta, táctica, instinto y, sí, suerte. “En otras clásicas, luchamos por el tercer puesto. Pero en Roubaix, es donde realmente tienes una oportunidad contra ellos. Puedes anticiparte o esperar tener el día de tu vida y seguirles. Pero aquí, cualquier cosa puede pasar.”

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