Lotte Kopecky llegó a Roubaix como la campeona del mundo y la gran favorita. Había dominado en el Tour de Flandes una semana antes y los adoquines parecían, una vez más, rendirse ante su paso. Pero París-Roubaix nunca es predecible, y esta vez, la gloria fue para otra leyenda: Pauline Ferrand-Prévot, quien escribió su nombre en los libros de historia con un ataque demoledor a 20 kilómetros del final.
Kopecky, que brilló durante gran parte de la jornada, se vio atrapada en el dilema de las decisiones tácticas. Su equipo, el poderoso Team SD Worx - Protime, cometió un error que resultó irreparable. Dejaron escapar a Ferrand-Prévot. Y la francesa no perdonó. “Todavía no tengo muchas ideas. Todo es muy reciente”, dijo Kopecky a NOS tras cruzar la meta en el emblemático velódromo de Roubaix, visiblemente frustrada. “Tomamos una decisión un poco equivocada. Emma Norsgaard-Bjerg todavía estaba bien, pero no debimos darle a Pauline ningún espacio.”
Cuando Ferrand-Prévot abrió brecha, Kopecky —acostumbrada a ser la protagonista— se vio obligada a desempeñar un papel secundario. De repente, ya no luchaba por la victoria, sino trabajaba para preparar un posible sprint para Lorena Wiebes. Fue un giro inesperado para la belga, quien días atrás había reinado sin discusión en Flandes. “Sí… así son las cosas”, soltó Kopecky con una mezcla de resignación y desencanto cuando se le preguntó si había sido sacrificada demasiado pronto.