El orgullo del padre de Mathieu van der Poel tras la París-Roubaix: "Estos ciclistas sí que saben dar espectáculo, ¿verdad?"

Ciclismo
domingo, 13 abril 2025 en 21:00
paris roubaix

En las polvorientas carreteras de París-Roubaix, donde se forjan los mitos del ciclismo bajo el estruendo de los adoquines, Mathieu van der Poel volvió a escribir su nombre con letras doradas. El ciclista neerlandés conquistó, por tercer año consecutivo, uno de los Monuments más implacables, dejando atrás a todos sus rivales y cruzando en solitario la meta del icónico velódromo. Un triplete histórico, al alcance de muy pocos.

Desde la grada, su padre, Adrie van der Poel, leyenda también del ciclismo, contemplaba con los ojos húmedos de orgullo la gesta de su hijo: “La historia nos dice que sólo tres corredores han hecho esto. Ganarlo tres veces ya es especial, pero verlo así, con esta fuerza, sigue siendo asombroso”, declaró emocionado a Wielerflits.

Mathieu llegaba a esta edición de Roubaix con una preparación afinada al milímetro. Según su padre, ya en la semana anterior se podía ver una determinación inquebrantable: “Estaba resuelto a subir al podio. Por eso creo que hizo bien en decir que, después de esto, se tomará un descanso. Ha sido una temporada de primavera titánica. Es momento de recargar fuerzas y preparar lo que viene”.

Pero esta Roubaix fue mucho más que una victoria individual. Fue un espectáculo coral, una batalla en la que varios colosos del pelotón escribieron sus propias líneas de épica. “Hoy, los ciclistas saben montar un espectáculo. Los equipos son tan fuertes que pueden sacrificar piezas para crear esos finales inolvidables, mano a mano. Ver a Mads Pedersen en el podio, por ejemplo, también fue hermoso. Nadie debería perder una carrera así por un pinchazo”, reflexionó Adrie.

Uno de esos colosos fue Tadej Pogacar, que puso a prueba a Van der Poel con una valentía sin reservas hasta que una caída lo dejó fuera de la lucha final. “¿Tuvo suerte Mathieu? Quizá, pero también te creas esa suerte. El error de Tadej fue decisivo, aunque tengo que decir que no lo vi en el momento”, comenta su padre con respeto. “Este año, sólo dos equipos han corrido con el alma: Alpecin-Deceuninck y el UAE de Pogacar. Es justo que reciban su recompensa. Nosotros competimos siempre con nuestras propias fuerzas, sin obsesionarnos con lo que hacen los demás”.

Con esta victoria, Van der Poel suma ya ocho Monumentos a su palmarés. La pregunta en el aire es inevitable: ¿hasta dónde puede llegar?

Adrie lo resume con la sabiduría de quien conoce no solo a su hijo, sino también el alma del ciclismo: “Podría decir que ‘sólo le faltan dos’, pero eso no es lo que le mueve. Los periodistas y estadísticos piensan en números. Mathieu simplemente me dice: ‘Papá, quiero ganar carreras’. Que sea la tercera o la cuarta vez no importa. Para él, cada victoria es nueva. Cada batalla, única”.

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