"No tengo salario": El campeón de EE.UU. alerta del riesgo de desaparición del ciclocross

Aunque el ciclocross es muy seguido en Europa, sobre todo en Bélgica y Países Bajos, el barro no tiene el mismo éxito en todas las partes del mundo. Al igual que el ciclismo de carretera no atraviesa su mejor momento en Estados Unidos, esta disciplina se encuentra en un momento de crisis muy fuerte dentro del país norteamericano.

Las tradicionales mangas de la Copa del Mundo han desaparecido allí, el dinero se ha ido al gravel y muchos de los mejores han desviado el foco del invierno. El ciclocross corre verdadero riesgo en Estados Unidos, con el propio campeón nacional Andrew Strohmeyer admitiendo que ni siquiera cobra un salario.

Sorprende escucharlo del país más fuerte del mundo, que además organizó el Mundial de ciclocross hace apenas unos años.

“Por desgracia, estamos pasándolo un poco mal ahora mismo. El boom del gravel ha desplazado al ciclocross. Muchos corredores y marcas de bicicletas han hecho el cambio. Es la próxima gran cosa; como resultado, hemos visto una caída brusca de participantes y público en nuestras carreras de ciclocross”, compartió Strohmeyer con Wielerflits.

“Se ha llegado al punto de que muchos estadounidenses con talento dejan el ciclocross siendo jóvenes porque odian no poder hacer carrera de ello. Todo el dinero en premios está también en el gravel. No es un deporte olímpico, claro, pero es algo nuevo y, por lo visto, atrae”.

El especialista de ciclocross ha valorado hacer el mismo movimiento, pero se mantiene fiel a la disciplina por pasión. Y con 23 años, aún tiene margen para crecer mucho en los próximos años.

¿Pesará más el dinero? Podría, incluso en su caso, porque pese a su nivel altísimo conoce las dificultades de comprometerse con una disciplina “menor”:

“No cobro salario, por desgracia. Ningún corredor estadounidense lo hace, de hecho. Tengo algunos patrocinadores individuales que me dan algo de dinero, pero hasta ahí. Por eso mi gran objetivo esta temporada es lograr buenos resultados aquí para que me fiche un equipo europeo. Eso lo cambia todo. Incluso me saltaré los campeonatos de Estados Unidos para quedarme aquí todo el invierno”.

Señala directamente a la federación estadounidense, que parece haber relegado conscientemente el ciclocross al fondo de la lista, apostando por el gravel, una disciplina especialmente popular en Estados Unidos.

“Por ejemplo: no puedes ganar dinero en premios en ningún campeonato nacional en América, y lleva años siendo así. Pero ahora, para el gravel, de repente se asignan más de 12.000 dólares. Absurdo. Eso alejará a la gente del ciclocross”.

Más aún, las clásicas citas de la Copa del Mundo en Waterloo y Fayetteville han desaparecido al reducirse el número de pruebas, comprimirse el calendario y limitarse los viajes internacionales por motivos logísticos y financieros. Para Strohmeyer, obviamente, no es lo ideal.

“Al final, la Copa del Mundo es solo uno, o como mucho dos días al año. Claro que era fantástico poder competir cerca de casa, pero no sé si realmente aporta valor al resto de mangas. Lo que de verdad nos haría avanzar es el éxito de un estadounidense en las Copas del Mundo europeas. Si puedes pelear delante, marcas la diferencia”.

“Llevo compitiendo en Europa unos años y, en las categorías inferiores, alguna vez conseguí un top-5 o top-10 en Copas del Mundo, pero en élite nunca fue tan sencillo. Un problema que he notado en los últimos años es que yo, y muchos otros estadounidenses, ya llegamos pasados de forma cuando arranca la Copa del Mundo”.

Se refiere al calendario estadounidense, muy concentrado en septiembre, octubre y noviembre. Con 23 años, disputó la Trek Cup, con ocho carreras; tres pruebas más y los Panamericanos antes incluso de viajar a Europa.

“Así que tomé la difícil decisión de correr esas pruebas de ciclocross en Estados Unidos en octubre, manteniendo mi trabajo de base. De este modo, estaré en pico de forma desde el periodo navideño hasta el Mundial. Es un sacrificio que pocos estadounidenses están dispuestos a hacer”.

Aun así, su talento quedó claro: pese a esa decisión, ganó la general de la Trek Cup y también los Panamericanos, batiendo en ambos a Eric Brunner.

Debutó en Europa en la Flandriencross de Hamme con un 21.º, pero una semana después fue 12.º en la Copa del Mundo de Tabor, por delante de corredores como Pim Ronhaar, Toon Vandebosch y Felipe Orts. Ahora permanecerá en Europa un periodo prolongado, con el objetivo de firmar por un equipo europeo y poder perseguir su meta a tiempo completo, sin preocupaciones económicas.

“Entrené con Sven Nys en el bosque una vez, y en una sola sesión se ve cómo se empujan entre sí para mejorar. Si pudiera hacer eso cada miércoles por la tarde, solo podría progresar más. Un poco como hizo Cameron Mason con los hermanos Roodhooft”.

“Esperemos que lo consiga. Corredores de múltiples nacionalidades delante y en equipos top solo pueden ayudar a que el deporte se expanda y crezca, ¿no? Cuanto más internacional, mejor”.