Varios dirigentes del World Tour advierten que el ciclismo gratuito tiene fecha de caducidad

Ciclismo
lunes, 17 noviembre 2025 en 1:00
Isaac Del Toro, Tadej Pogacar
A día de hoy, el ciclismo destaca sobre la gran mayoría del resto de deportes por una condición que le hace casi único. Cualquier aficionado puede trasladarse a los lados de una carretera y ver gratis a los mejores del mundo, ya sea en el Tour de Francia, la Vuelta a España, la París-Roubaix o cualquier otra carrera del calendario UCI. Pero, ¿podría acabar eso pronto?
El World Tour puede parecer más saludable que nunca visto desde la cuneta, pero dos de sus directores más experimentados advierten que los cimientos financieros del deporte empiezan a agrietarse.
En conversación con La Derniere Heure, Valerio Piva, de Team Jayco AlUla, y el ex mánager del Decathlon AG2R La Mondiale Team, Vincent Lavenu, sostienen que el modelo actual deja a demasiados equipos expuestos, demasiado dependientes de patrocinios frágiles y muy por detrás de un puñado de gigantes demasiado subvencionados.
Para ellos, la línea clave es de una crudeza simple: “El ciclismo es el único deporte cuyos actores no se benefician de los réditos de los derechos de TV, aunque sea más popular que nunca”. Es, señalaron juntos, “una situación paradójica”.
Ven cómo esa paradoja se desarrolla en tiempo real: audiencias globales en auge y carreras icónicas por un lado, equipos que desaparecen o se ven abocados a fusiones por el otro.
Desde la perspectiva de Piva, la brecha creciente ya no puede despacharse como percepción o como resentimiento. Cree que está incrustada en el funcionamiento actual del World Tour. “Esta brecha aumenta año tras año”.
A su juicio, el pelotón está cada vez más dividido entre un pequeño grupo de superpotencias y el resto. La hoja de resultados refleja ese desequilibrio mucho más a menudo de lo que lo altera.
“Hay una realidad de la que no podemos escapar: cuatro o cinco grandes equipos ganan la mayoría de las carreras. Los demás deben conformarse con las migas, lo que no anima a los socios financieros a continuar la aventura con ellos”.
Para el resto, la supervivencia a menudo no depende del rendimiento, sino del humor y las prioridades de un único patrocinador: “Pero cuando esa persona decide cerrar el grifo, se acabó”.
¿Podría terminar el ciclismo gratuito en el futuro?
¿Podría terminar el ciclismo gratuito en el futuro?
Lavenu ve el mismo cuadro desde otro ángulo. Señala un deporte donde algunas estructuras se alimentan de dinero estatal o de multinacionales, mientras el resto vive permanentemente al límite:
“Hoy, hay algunos equipos respaldados por estados o multinacionales que tienen presupuestos ilimitados, y otros que luchan por retener el apoyo de patrocinadores cada vez más reacios a aflojar la billetera”.
Eso ya sería bastante inquietante por sí solo. Lo que lo empuja hacia la crisis, a sus ojos, es que los equipos no participan del valor del producto que ayudan a crear: “El ciclismo no se beneficia de los derechos de TV ni de la taquilla”.
La UCI sí canaliza algo de dinero hacia la base de la pirámide, pero Lavenu es claro sobre sus límites. “Aporta una pequeña ayuda al desarrollo de los clubes amateurs”.
Es útil, pero está lejos de ser un flujo de ingresos sólido que proteja a las escuadras World Tour del próximo retiro de un patrocinador o de una fusión fallida.

Ideas de entradas y el dilema del tope salarial

Con más proyectos desapareciendo y decenas de ciclistas buscando contrato a contrarreloj, el debate ha virado inevitablemente hacia la reforma. Una de las propuestas más llamativas ha sido cobrar a los aficionados por acceder a ciertos puntos del recorrido y redistribuir ese dinero entre los equipos. Piva y Lavenu se toman la idea en serio, pero ninguno la ve como solución mágica.
Piva ve la lógica sobre el papel, siempre que los fondos lleguen realmente a quienes ponen el espectáculo: “En un mundo ideal, el dinero se distribuiría según los presupuestos de los equipos. Pero los más fuertes tendrían derecho a pedir una porción mayor del pastel porque son quienes dan el espectáculo en cabeza de carrera”.
Lavenu, por su parte, tropieza de inmediato con cuestiones prácticas y culturales. ¿Cómo poner entradas a algo que siempre ha sido abierto, fluido y arraigado en el espacio público? “¿Cómo controlas a los espectadores? ¿Y qué pasa con quienes están allí desde la mañana?. Eliminar este acceso gratuito no me parece una buena idea”.
Para Lavenu, la accesibilidad a pie de carretera forma parte de la identidad del deporte y explica en parte por qué sus héroes resultan tan cercanos. Cerrar eso puede dañar precisamente lo que equipos y organizadores intentan monetizar.
Eso le lleva a centrarse en el lado del coste. Si los ingresos son difíciles de hacer crecer de forma justa, quizá se puedan controlar los gastos. Aun así, ve serias complicaciones. “Podríamos considerar un tope salarial, fijar un límite a los sueldos”, sugiere Lavenu. “Pero ¿cómo imponérselo a un patrocinador financiado por un Estado como UAE?”
Sin algún tipo de autoridad central y compromiso compartido, un tope corre el riesgo de ser inofensivo para los más grandes y vinculante solo para quienes tienen menos margen de maniobra.
Ambos vuelven a la misma contradicción de fondo: el ciclismo nunca fue tan visible, pero quienes corren y gestionan los equipos siguen sin las protecciones que existen en otros deportes globales.
El modelo actual pide a los patrocinadores asumir casi todo el riesgo y confía en que sigan fieles. Pide a los equipos de segunda línea pelear por relevancia en un calendario donde, como dice Piva, “cuatro o cinco grandes equipos ganan la mayoría de las carreras”. Pide a ciclistas y staff construir carreras dentro de proyectos que pueden desvanecerse cuando un benefactor decide “cerrar el grifo”.
Y mientras tanto, como subrayan conjuntamente Piva y Lavenu, “el ciclismo es el único deporte cuyos actores no se benefician de los réditos de los derechos de TV, aunque sea más popular que nunca”.
Para ellos, la conclusión es ineludible: si el World Tour no encuentra una forma de repartir el valor que genera de manera más justa y predecible, el deporte seguirá viviendo esta paradoja, y más equipos pagarán el precio de un sistema que nunca garantizó realmente su supervivencia.
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