La Milán-San Remo 2025 se decidió en la Cipressa y fue la primera vez en décadas que la penúltima subida de La Primavera tuvo un papel tan decisivo en el desenlace de la carrera. Lo que habitualmente es un simple filtro previo al Poggio, esta vez fue el escenario de un ataque histórico que dejó huella en la historia de la carrera.
Nadie en su sano juicio habría atacado en la Cipressa (5,6 km al 4,3%), una subida que los corredores coronan a más de 20 kilómetros de la meta. Pero, una vez más, Tadej Pogacar volvió a demostrar que no sigue las normas establecidas en el ciclismo. El esloveno ordenó a sus compañeros de equipo del UAE Team Emirates XRG que destrozaran el pelotón en las primeras rampas de la Cipressa, preparando el terreno para una aceleración demoledora que seleccionó de inmediato la cabeza de carrera.
"Todo el mundo sabía lo que se traía entre manos cuando Pogacar ordenó a su equipo que pusiera un ritmo infernal en la Cipressa", comentaban los analistas tras la carrera. La jugada fue arriesgada, pero funcionó, ya que solo Mathieu van der Poel y Filippo Ganna fueron capaces de seguir el ritmo impuesto por el campeón del mundo. Romain Grégoire también intentó mantenerse en la pelea, pero solo pudo resistir brevemente antes de quedar descolgado.
El ataque de Pogacar no solo fue audaz, sino también extraordinariamente rápido. El trío de cabeza ascendió la Cipressa a un ritmo que pulverizó todos los registros históricos.
El récord anterior había permanecido intacto durante casi tres décadas. En 1996, el dúo formado por Gabriele Colombo y Alexander Gontchenkov protagonizó un ataque en la Cipressa, alcanzando a la escapada del día y disputando posteriormente la victoria en la meta de Sanremo. Pero Pogacar, Van der Poel y Ganna fueron aún más rápidos, rebajando el tiempo anterior en más de 20 segundos.
"Han subido la Cipressa a una velocidad que parecía imposible. Batir un récord que llevaba casi 30 años vigente en una carrera como esta es algo increíble", comentaban los expertos tras la carrera.
Sin embargo, a pesar de la valentía y la fortaleza de Pogacar, la victoria final fue para Mathieu van der Poel. El neerlandés, que había seguido cada movimiento de Pogacar en la Cipressa y posteriormente en el Poggio, lanzó un ataque decisivo en el descenso final, dejando sin respuesta a sus rivales. Filippo Ganna intentó responder, pero no pudo cerrar el hueco, mientras que Pogacar acusó el desgaste de su movimiento inicial en la Cipressa.
Van der Poel cruzó la meta en solitario, sumando así su segunda victoria en la Milán-San Remo y consolidando su estatus como uno de los mejores especialistas en clásicas de su generación.
"Mathieu ha jugado sus cartas de manera perfecta. Supo leer la carrera, resistió en la Cipressa y lanzó su ataque en el momento exacto. Es un corredor excepcional", valoraba un ex corredor tras la carrera.
El ataque de Pogacar en la Cipressa y el posterior récord dejan claro que el guion de la Milán-San Remo ha cambiado. Lo que solía ser una subida estratégica para seleccionar el grupo antes del Poggio, ahora se ha convertido en un punto clave para la victoria. Pogacar ha demostrado que es posible hacer daño en la Cipressa, pero Van der Poel ha demostrado que la clave sigue estando en la capacidad de rematar en la parte final de la carrera.