Adrie van der Poel, ganador de la
Lieja-Bastoña-Lieja en 1988, sabe exactamente lo que se necesita para triunfar en las Ardenas. Mientras su hijo
Mathieu van der Poel, que lleva el maillot arco iris, intenta igualar a su padre este domingo, Adrie confía plenamente en él.
"Si yo pude ganar la Lieja-Bastoña-Lieja, él también puede", insiste con confianza el holandés de 64 años en conversación con Het Nieuwsblad. "Esta carrera no estaba escrita para mí, pero siempre he conseguido buenos resultados. El objetivo de Mathieu esta primavera era el Tour de Flandes, ganarlo con el maillot de campeón del mundo. Igual que la París-Roubaix".
Con brillantes victorias en solitario tanto en el Tour de Flandes como en la París-Roubaix, no hay duda de que van der Poel está cerca de su mejor forma, a pesar de una actuación inusualmente tranquila el pasado fin de semana en la Amstel Gold Race;
"Mathieu tiene más posibilidades en Lieja que en la Amstel Gold Race del domingo pasado", evalúa Adrie van der Poel. "Entonces todo el mundo estaba obsesionado con él. Muchos buenos corredores perdieron la oportunidad de ganar porque sólo estaban pendientes de él. Sólo Thomas Pidcock lo hizo bien. En Lieja hay más corredores de primera línea, como Tadej Pogacar. Eso es mejor para Mathieu, porque así no sólo se fijan en él".
