Jonas Vingegaard partía como claro favorito para ganar el
Tour de Francia 2023 tras su exhibición y la de su equipo, el Jumbo Visma, en la Grande Boucle del año anterior. Por eso y porque su principal rival,
Tadej Pogacar, se había desgastado mucho más que él durante la primavera con un calendario mucho más exigente y no especificamente centrado en la preparación de la carrera francesa y por la caída en la Lieja que le tuvo un mes en casa sin poder prepararse como tenía planeado.
Así, el Tour comenzó como se esperaba. En la quinta etapa, en la subida a Marie Blanque, Jumbo-Visma puso el treno a pleno funcionamiento y con un ataque seco Jonas Vingegaard logró sacarle más de un minuto a Pogacar en la meta de Laruns. El Tour parecía que no iba a tener emoción, pero nada más lejos de la realidad. El esloveno reaccionaba al día siguiente en Cauterets-Cambasque, le sacaba 24 segundos a su rival y ponía las espadas en todo lo alto.
Con Pogacar cerca de Vingegaard en la general la siguiente gran prueba para ambos iba a ser la durísima subida al mítico Puy de Dome, donde se esperaba que el danés desplegara esos 20 minutos mágicos en unos últimos 4 kilómetros con rampas superiores al 12% en los que imprimiría su descomunal vatio/kilo. Para sorpresa de los que esperaban superioridad por parte del danés, fue Tadej el que volvió a atacar y el que volvió a sacarle 8 segundos a su rival.
Así, en teoría llegábamos a las 3 etapas que podían decidir la general. En la primera de ellas, con final en le Grand Colombier, Pogacar volvió a conseguir dejar a Vingegaard. Por tercera etapa consecutiva de montaña le sacaba tiempo a su rival, en ese caso tan sólo 4 segundos. Sin embargo, ni en Morzine, ni en Saint-Gervais Mont-Blanc, hubo diferencias entre ambos. De hecho, entre esos dos días Vingegaard le sacó 1 segundo al esloveno por las bonificaciones tras el incidente de la moto en Joux Plane.
Todo esto dejaba a Pogacar a 10 segundos de Vingegaard tras 7 etapas de montaña: en la primera Vingegaard le sacó tiempo al esloveno, en las tres siguientes fue Pogacar el que le sacó tiempo al danés y en las dos últimas hubo tablas.
Llegamos a la contrarreloj decisiva del martes (tras el día de descanso) con las espadas en todo lo alto y con un Vingegaard que apenas si había podido demostrar que era superior a Pogacar. Esos vatios/kilo de ventaja parecía que se habían desvanecido. El analista Christian Josimar, de
'Sobre Ciclismo', llevaba algunas semanas apuntando en el podcast español que Vingegaard iba a "desplegar sus alas de pavo real" y esperaba que lo hiciera en una subida como la del Puy de Dome.
Sin embargo, el danés acabó desplegando esas alas coloridas de pavo real para demostrar que es el más fuerte del Tour en la contrarreloj. No le hicieron falta rampas empinadas para demostrar su fortaleza. Destrozó a Pogacar desde el inicio de la crono y en apenas unos kilómetros en llano y con algo de subida le había sacado más de medio minuto. Luego, tras el cambio de bici del esloveno, todo fue a peor para él y a mejor para un Vingegaard que dejó muy herido a su rival.