La temporada 2025 de
Mattias Skjelmose está resultando ser una auténtica montaña rusa emocional. El danés de 24 años, una de las grandes promesas consolidadas del pelotón internacional, arrancó el año con fuerza gracias a unas sólidas carreras de preparación y, sobre todo, con una victoria resonante en la Amstel Gold Race, donde logró imponerse nada menos que a los dos últimos campeones del mundo: Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.
Ese triunfo lo colocó definitivamente en el radar de todos los aficionados. Ahora, en las clásicas canadienses de Québec y Montreal, el corredor del
Lidl-Trek espera volver a medirse con la élite.
Caídas, infecciones y golpes inesperados
El camino de Skjelmose, sin embargo, no ha estado exento de obstáculos. En la siguiente gran cita, la Flecha Valona, el danés sufrió una caída. Aunque por fortuna no sufrió fracturas, las secuelas fueron suficientes para mantenerlo apartado de la lucha por la victoria durante dos largos meses.
Cuando por fin parecía recuperar la forma, llegó el Tour de Francia, donde el infortunio volvió a golpearle. Tuvo que convivir durante mucho tiempo con una infección en la fase previa a la carrera, y cuando intentaba sobreponerse, un choque con los muebles de carretera en la segunda semana obligó a su retirada.
Otro tropiezo en Estados Unidos
Tampoco la Maryland Cycling Classic, disputada el pasado sábado, le ofreció un respiro. Aunque no partía como uno de los grandes favoritos, la semiclásica estadounidense era vista como un paso importante en su preparación para las exigentes pruebas canadienses.
Sin embargo, la carrera de Skjelmose terminó de manera abrupta cuando, a solo 30 kilómetros de meta, perdió el control en una curva resbaladiza sobre adoquines urbanos. A pesar de intentar continuar, con visibles gestos de dolor, el joven danés comprendió pronto que la jornada había terminado antes de lo previsto.
Mattias Skjelmose abandonó la Maryland Cycling Classic hace apenas 6 días
“Mamá no crió a un cobarde”
En una entrevista posterior concedida a
TV2 Sport, Skjelmose quiso tranquilizar a sus seguidores con una actualización positiva sobre su estado físico: "Físicamente estoy mejor de lo que me temía. Fui a dar un pequeño paseo y luego me dije: ‘Mamá no crió a un cobarde’, así que estamos listos para volver a correr el viernes".
Ese regreso se producirá en el
GP de Québec, una carrera que contará con una nómina de salida de primer nivel, con nombres como Pogacar, Wout van Aert o Biniam Girmay.
Con la vista puesta en el Mundial
El calendario inmediato de Skjelmose no solo tiene como objetivo el doblete canadiense. Su gran ambición se encuentra en los Campeonatos del Mundo, que se celebrarán dentro de dos semanas en Kigali. Allí, con Jonas Vingegaard centrado en la Vuelta a España y Mads Pedersen enfocado en el Europeo de contrarreloj, toda la responsabilidad del bloque danés recaerá sobre sus hombros.
Consciente de ese papel de líder único, el joven ciclista no esconde que aspira a las máximas cotas: "Vamos allí a competir por las medallas, y creemos que eso es realista. Por supuesto, queremos ser campeones del mundo, todo el mundo lo quiere".
El reto Pogacar
El obstáculo, sin embargo, es mayúsculo. El fenómeno esloveno, invencible en tantas ocasiones, volverá a estar en la línea de salida, esta vez acompañado por figuras como Primoz Roglic. Skjelmose es consciente de que superar a Pogacar requerirá un cúmulo de circunstancias excepcionales:
"Tadej Pogacar, y eso requiere mucho. Mucho tiene que ir a nuestro favor, y probablemente algo tenga que ir también a su favor para que sea posible".
Tadej Pogacar será el favorito para revalidar su título en el Mundial
Expectativas moderadas, presión asumida
Por eso, aunque sueña con la gloria, Skjelmose mantiene los pies en el suelo y modera sus expectativas: "Vamos allí a por un puesto en el podio, así que una medalla también sería muy satisfactoria".
El danés reconoce que ser el líder designado en ausencia de Vingegaard le coloca bajo presión, pero no la percibe como un lastre, sino como un estímulo: "Eso me pone bajo presión, pero también es una presión que creo que tengo la madurez suficiente para manejar. La presión es un privilegio".