Kevin Van Hummel, que sin duda no era un mal velocista, debutó en el Gran Tour en 2009 con el Skil-Shimano procontinental. Durante ese
Tour de Francia, no fueron sus piernas rápidas las que causaron impresión, sino más bien su lucha en montaña, donde a menudo se le vio luchar por sobrevivir contra el corte de tiempo.
"En realidad no pensaba ir a ese Tour, pero en la primavera de 2009 gané cinco carreras y acabé en el podio unas cuantas veces más. El equipo pensó entonces: son tres semanas, si las piezas del puzzle encajan, podría ser un éxito con ese loco de Van Hummel", cuenta catorce años después en la tertulia ciclista online Cycloo.
El velocista acabó entre los diez primeros una vez en ese Tour, pero sobre todo ganó fama por su lucha contra el límite de tiempo en todas las etapas que requerían escalada. "Me di cuenta durante el campamento de altitud previo al Tour de que no tenía la forma física ni siquiera para esprintar. Necesitas esa condición para estar fresco en el sprint, pero yo no la tenía en absoluto", dice ahora.
Con su entonces director deportivo,
Merijn Zeeman, hicieron todo lo que pudieron, como cuenta ahora Van Hummel con una anécdota en Cycloo. "En un momento dado, Merijn fingió que el coche se apagaba. Subimos una montaña, donde había mucha gente. Entonces cabalgas entre esa gente, donde el comisario estaba sentado detrás del coche de Merijn con su moto. Y caló el coche".
"Entonces grité a todo el mundo, cosa que podía hacer en todos los idiomas hacia el final de aquel Tour, que tenían que empujarme", dijo el ex corredor. "Así que me empujaron dos o tres kilómetros, porque por supuesto él estaba detrás de Merijn con su coche parado. Supuestamente no podía volver a ponerlo en marcha. El que no es fuerte tiene que ser inteligente", concluye Van Hummel, que finalmente tuvo que abandonar el Tour de ese año el decimoséptimo día tras una caída.