Sebastien Turgot finalizó segundo de la Paris-Roubaix 2012 tras Tom Boonen. Desde entonces, ningún francés ha logrado acabar en el podim. Para encontrar la última victoria tenemos que irnos mucho más atrás, hasta 1997, cuando Frédéric Guesdon se hizo con el triunfo por delante de los belgas Jo Planckaert y Johan Musseew.
Así, los galos han conseguido un podium y ningún triunfo en el 'Infierno del Norte' en los últimos 25 años. El perodista de Le Parisien Christophe Bérard tiene clara la razón de la sequía: "falta de interés por los adoquines".
Así de simple. Y podemos entender que, por ejemplo, un país como España haya tenido históricamente esa falta de interés por los adoquines por la lejanía de los mismos, por la lejanía de las carreras donde son clave.
Pero en Francia choca. Choca el poco éxito en el único monumento que se celebra en suelo galo. Choca que no hayan mantenido la tradición de los ochenta con Bernard Hinault, Yvon Bertin o Marc Madiot, entre otros, o de los noventa con Jean-Claude Colotti, Gilbert Duclos-Lassalle o el ya mencionado último vencedor Guesdon.
Pero es así. La sequía no es tan larga como en el
Tour de Francia o en Roland Garros, pero sí más preocupante en el sentido de que no hay grandes corredores franceses que se adapten a una carrera que es suya pero que claramente parece que pertenece más a los belgas o los neerlandeses que a los propios franceses.