El brutal detalle del UAE con Tadej Pogacar en los Emiratos

Tadej Pogacar ya ha arrasado los límites del ciclismo moderno y ahora su leyenda trasciende el deporte para tomar forma física. El UAE Team Emirates XRG ha inaugurado una estatua dorada que consagra uno de los gestos más emblemáticos del esloveno: su reverencia celebratoria, ese saludo al mundo que se ha convertido en firma personal y que quedó grabado para siempre tras su dominio en el Tour de Francia 2023, cuando dejó atrás a Jonas Vingegaard en los Pirineos.

Lejos de representar un ataque devastador, un sprint o una cabalgada solitaria, la escultura captura un instante de autoridad serena. La reverencia de Pogacar es la imagen de un campeón que domina sin necesidad de estridencias, y ahora brilla en el corazón de los EAU como un gesto eterno de un deportista que ha cambiado la escala del ciclismo mundial.

El monumento es también una declaración del vínculo entre Pogacar y el UAE. Desde que el proyecto tomó forma, el corredor se ha convertido en mucho más que su líder indiscutible. Es una figura que ha impulsado academias, inspirado paseos populares y atraído multitudes en el Tour de los Emiratos. El país ha adoptado su éxito como propio, y la estatua actúa como testimonio físico de ese lazo deportivo, cultural e identitario.

El curso 2025 fue el de la consolidación suprema. Pogacar conquistó su cuarto Tour de Francia, sumó un segundo título mundial consecutivo en fondo en carretera, se proclamó campeón de Europa y reinó en tres Monumentos del ciclismo: Flandes, Lieja y una quinta victoria seguida en Lombardía, un récord histórico. No fue simplemente un año victorioso; fue la evidencia de que su hegemonía no tiene fisuras y de que su versatilidad no admite comparación.

No son muchos los ciclistas inmortalizados en esculturas permanentes. Tom Boonen en el Taaienberg, Octave Lapize en el Tourmalet, Nairo Quintana en Boyacá, Bradley Wiggins en Londres. Pogacar se une a esa lista selectísima, pero su monumento rompe mapas: no está en Europa, sino en el Golfo, un símbolo claro de cómo está cambiando el eje de poder e influencia del ciclismo global.

La instalación llega en un momento calculado, justo tras el cierre de la temporada y mientras sus rivales trazan estrategias para 2026. La estatua habla tanto de celebración como de advertencia: el campeón no ha terminado y el umbral competitivo que ha impuesto sigue elevándose.

Ese gesto, nacido como celebración espontánea, adquiere una dimensión nueva en oro. Es la prueba de que el dominio puede expresarse con humildad y que, en ocasiones, los actos más silenciosos son los que más resuenan. Mientras otros analizan vatios, altitudes y calendarios, los Emiratos han elegido un mensaje diferente: están construyendo historia alrededor de su campeón, y el futuro sigue teniendo el brillo del metal precioso que ahora lo representa.