Danny van Poppel indudablemente figura entre los líderes destacados a nivel mundial, una reputación que ha consolidado a lo largo del tiempo. En esta temporada, su desempeño no parece ser diferente, ya que el ciclista neerlandés ha ayudado a su compañero de equipo en el
BORA - Hansgrohe, Sam Welsford, hacia tres impresionantes victorias en el Tour Down Under. Aunque Van Poppel se desenvuelve con destreza en este papel, su posición en el pelotón profesional no siempre fue tan segura.
"Por mi nombre, todo el mundo esperaba que triunfara como velocista", explica el neerlandés de 30 años a De Telegraaf. "Sin embargo, las cosas no salieron como yo quería. Me presioné mucho porque quería demostrarlo. También me vi un poco empujado a tener que demostrarlo 'como hijo de'".
"Es diferente en los profesionales y eso me ponía nervioso y me estresaba. También me resultó difícil estar en el equipo de mi hermano Boy durante mucho tiempo, porque él quería ayudarme. Me sentía culpable con él por no haber funcionado. Llegó un momento en que ya no podía más. Pasaron años hasta que pude disfrutar de verdad del ciclismo y me di cuenta de que soy Danny van Poppel y no mi padre".
En el próximo Giro tendrá que competir contra
Wout van Aert, que es el lanzador habitual de Olav Kooij. "Al principio pensé: mierda, ¿por qué va a hacer el Giro? Pero diez segundos después sólo me dieron más ganas de entrenar. Wout es uno de los mejores y más completos corredores de la historia. Antes ni siquiera era tan bueno. Se nota que tiene carácter, porque cuando las cosas no van bien, siempre se esfuerza. Tuve que aprender eso. Estoy supermotivado y veo como un reto intentar ser el jefe allí".