"Aprendí a chupar rueda con los camiones": El legendario Bernard Hinault, sobre sus inicios como ciclista

Ciclismo
martes, 23 diciembre 2025 en 23:00
bernard hinault
En el ciclismo profesional, pocos corredores han conseguido tener un impacto similar al de Bernard Hinault. El francés es considerado uno de los mejores de la historia gracias a su enorme palmarés, donde destacan los 5 Tours de Francia conseguidos. A sus 71 años, lejos de haberse cansado de este deporte, el francés sigue enamorado como la primera vez que se subió a una bicicleta.
Con su autobiografía de vuelta en las librerías, el quíntuple ganador del Tour reflexiona sobre el origen de ese filo competitivo implacable en una reciente conversación con Ouest-France. No desde la gloria ni la ambición, sino desde el puro gusto por la confrontación y la revancha que lo enganchó a la bicicleta.
“En el ciclismo, lo que siempre me ha atraído es la competición. La pelea, limpia y clara”, explicó Hinault. “Un día te ganan, al siguiente te tomas la revancha. Es embriagador”. Esa mentalidad, insiste, nunca lo abandonó. Y explica por qué el bretón empezó a ganar casi desde que se prendió un dorsal.
La primera relación de Hinault con la bicicleta no fue romántica ni siquiera deportiva. Fue práctica. Un medio para ir al colegio: “Un día dije: ‘Bueno, basta, 20 kilómetros de bici al día no me van a asustar’. Yffiniac está en un valle, así que hay que subir para salir. Repitiendo la misma salida cada día, conseguí quedarme a rueda de los camiones. Así aprendí a ‘chupar rueda’.”
Ese instinto para el resguardo y el timing se trasladó directo a la competición. Su primera victoria llegó en Planguenoual, en mayo de 1971, contra un corredor al que todos daban como ganador.
“Me quedé a cubierto durante mucho tiempo, hasta una última curva a izquierdas donde vi la oportunidad,” dijo Hinault. “Me lancé, aceleré y llegué por delante de Jean Yves, el claro favorito. ¡Muchas gracias, adiós! Todos preguntaban: ‘¿Pero quién es ese?’ Me llevé el ramo a casa para mi madre.”
Era un patrón familiar. Observar. Esperar. Golpear. Ganar. “En mi primera temporada, en 1971, gané 12 carreras de 20,” dijo. “Así me hice profesional. Ganando carreras. Con el tiempo, me vieron. No hay secreto.”
Bernard Hinault, celebrando el trofeo de ganador de la París-Roubaix en 1981
Bernard Hinault es uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos

Un corredor que nunca perdió el filo

Incluso en la cumbre de su carrera, Hinault no aflojó. Su vínculo con Bretaña fue constante, volvía siempre que podía y corría sin tregua en criteriums cuando otros ya levantaban el pie.
“Hubo un año en que disputé 27 criteriums en 20 días,” dijo. “Incluso me pasó una vez que corrí por la tarde en Montargis y por la noche en Saint-Brieuc, viajando en avión entre ambos.”
Esa dureza le valió el apodo que lo acompañaría de por vida. “Al principio era un apodo genérico que usábamos en el pelotón,” explicó sobre ‘Le Blaireau’. “Un día, en una entrevista, se refirieron a mí como ‘el pequeño blaireau’. Y se quedó. A la vez, me pega.”
Más que un apodo, se convirtió en el reflejo de un corredor que nunca dejó de pelear. Y aún hoy, cuando Hinault habla de ciclismo, no lo hace de monumentos o maillots, sino del goce físico y directo de correr y batir al de al lado.
Una sensación, deja claro, que no se apaga.
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