Vaya por delante que creo que el triunfo de
Simon Yates en el
Giro de Italia 2025 tiene mucho mérito después de lo de 2018, que lo de
Richard Carapaz volviendo a luchar por una grande es encomiable y que la aparición de
Isaac del Toro es maravillosa, pero creo que a una gran vuelta de 21 semanas hay que pedirle más de lo que ha sucedido a la reciente corsa rosa, que a mi parecer se decidió en un par de sectores de sterrato y que el resto de miles de kilómetros sirvieron más bien para poco.
Y es que el primer momento clave de la carrera, el que permitió que los 3 ciclistas antes mencionados se la jugaran, fue la caída en la novena etapa, la mini Strade Bianche, de
Primoz Roglic y
Juan Ayuso. Los dos únicos favoritos para la general no levantaron cabeza desde entonces, lo que provocó que la carrera se volviera loca, con Del Toro cogiendo segundos, con Bernal atacando desde lejísimos y con Carapaz creyéndoselo. Esa caída le quitó al Giro calidad. Lo igualó hacia abajo y provocó que cuando llegó la alta montaña no pasara casi nada. Hasta el sterrato.
Roglic llegando a Siena: no levantaría cabeza.
Sí, porque ahí volvió a decidirse el Giro. En la parte final de la subida a Finestre. El Giro no se decidió con el ataque de Simon Yates. Ni con el trabajo de Wout van Aert. El Giro se decidió cuando Carapaz y Del Toro, tú por mí y yo por ti, dejaron de colaborar y dejaron en la zona de tierra que el británico llegara a la cima de Finestre con nada más y nada menos que 2 minutos.
Del Toro, que había acumulado precisamente en sterrato en su fuga con Van Aert la ventaja que le hizo ser tantos días maglia rosa, decidió en ese tramo de la etapa 20 que no tocaba luchar. Que tocaba dejar que Simon Yates se fuera. Y ahí se acabó la carrera.
Un Giro resumido en 2 tramos de sterrato. Y es que cuando algo se pone de moda, triunfa...