Florian Vermeersch, uno de los corredores más potentes del
UAE Team Emirates XRG, llevaba tiempo persiguiendo una victoria que siempre parecía escaparle.
La recompensa, sin embargo, llegó fuera del asfalto: una victoria en el
Mundial de Gravel, quizás la más simbólica de su carrera.
Una jornada donde el barro, el caos y la resiliencia se mezclaron con una historia de superación personal.
“Increíble... todavía no lo he asimilado del todo. No se trata sólo de esta carrera, sino del final de una larga remontada”,
declaró Vermeersch a Sporza, con la voz entre la incredulidad y la emoción.
El belga recordó de inmediato lo que había quedado atrás: una temporada plagada de obstáculos, marcada por la fractura de pierna sufrida el año pasado.
“Ganar aquí, después de dos decepciones, es un sueño hecho realidad. Esta victoria es la culminación de todo ese periodo.
Tengo que dar las gracias a todos los que hicieron posible este regreso”, añadió, dejando entrever el peso emocional de su logro.
El Mundial de Gravel no es un escenario que perdone.
A lo largo de 180 kilómetros, los corredores enfrentan un terreno cambiante, explosivo, repleto de sectores fuera de pista donde el azar puede destruir una estrategia en segundos.
Es una carrera que premia tanto la potencia como la capacidad de sobrevivir al desorden.
Vermeersch conoció ambas facetas desde el inicio. “Mi salida fue tumultuosa. Después de 10 kilómetros, pinché y tuve que detenerme rápidamente.
Veinte kilómetros más tarde, pude reincorporarme al pelotón”,
relató.
Lejos de hundirse, el belga recuperó terreno y eligió con precisión el momento de atacar.
“Después, elegí mi momento para escaparme. En cuanto estuvimos en un grupo, lo supe: ahora va a ser una carrera a tope hasta la meta”.
La escapada llegó junto a un nombre poco conocido, el neerlandés Frits Biesterbos, quien se convirtió en su inesperado aliado y adversario.
Ambos abrieron un hueco que el pelotón nunca logró cerrar.
A partir de ahí, la historia fue una cuestión de resistencia pura:
los vatios brutos, la capacidad de sufrimiento y la determinación marcaron el desenlace.
En el tramo final, Vermeersch consiguió descolgar a Biesterbos, manteniendo un ritmo demoledor mientras Matej Mohorič intentaba reducir la diferencia desde atrás.
El belga resistió hasta la meta, imponiéndose por fuerza y convicción, firmando así la victoria que le había sido esquiva en la carretera.
Florian Vermeersch es uno de los compañeros de equipo de Tadej Pogacar
El sabor de lo imposible
“Alguien me dijo: intenta ganar una carrera.
El nivel aquí es increíblemente alto.
Ha sido una de las carreras más duras que he corrido nunca”,
reconoció el nuevo campeón del mundo, visiblemente exhausto pero aliviado.
Y, con la misma deportividad con la que corrió, Vermeersch dedicó un reconocimiento a su rival de fuga: “Me quito el sombrero ante Biesterbos, porque estuvimos al ataque todo el día. Aguantó mucho tiempo, así que me preocupé por un momento”.