or quinta vez en su carrera,
Michael Woods tomará la salida del
Tour de Francia en 2025. Ganador de una etapa en 2023, el canadiense ha vivido todos los altibajos del mayor espectáculo del ciclismo a lo largo de los años.
"El Tour trasciende el ciclismo, y por eso me encanta correrlo. Es un gran espectáculo, y se percibe así. Este deporte, incluso en su nivel más alto, muchas veces te hace preguntarte: '¿Cómo pueden llamar a esto deporte profesional?'", escribe Woods en una columna para Velo. "He terminado pruebas del WorldTour con apenas unas cuantas madres y novias apostadas al margen. Pero cuando corres el Tour, sientes que todo el mundo te está mirando".
"Hasta que disputé mi primer Tour, cuando me preguntaban a qué me dedicaba —especialmente en Canadá— tenía que justificarme", añade. "Después de ese primer Tour, todo cambió. En lugar de tener que explicar a qué me dedicaba, muchas veces, incluso antes de conocer a alguien, ya sabían que había corrido el Tour".
Sin embargo, como ya se ha comentado, aunque Woods ha saboreado la alegría de una victoria de etapa, su historia en el Tour de Francia no ha estado plagada de éxitos. "El Tour es el evento deportivo anual más visto del mundo. Y por eso mismo también lo detesto", confiesa. "En el Tour, todo lo que uno conoce como ciclista profesional se intensifica al máximo: la presión, el estrés, la sobreexposición... Todo se concentra en un bloque de tres semanas que probablemente te quita dos años de vida. Los mejores ciclistas del planeta se presentan aquí y, en un deporte ya de por sí peligrosísimo, deciden que esta es la carrera por la que vale la pena arriesgarlo todo".
Y con esos riesgos adicionales, llegan inevitablemente las caídas. "Los riesgos que se asumen son enormes, pero las recompensas también lo son. Me atrevería a decir que, al comenzar un Tour de Francia, tienes al menos un 60% de probabilidades de caerte. De los cuatro Tours que he corrido, me he caído en tres", reflexiona Woods. "En el único en el que no me caí, gané una etapa. Esa victoria, por sí sola, es un logro que llevaré con orgullo el resto de mi vida. Vaya donde vaya, haga lo que haga, seré recordado como el tercer canadiense en ganar una etapa en la carrera ciclista más grande del mundo. Es mi mayor logro como deportista, y un resultado que, cuando repaso mi carrera —tan improbable como extraordinaria—, aún me cuesta creer".
"Esta carrera —por su dolor salvaje y su belleza triunfal, por su extensión y su magnitud— está llena de historias increíbles", concluye. "En cada edición que he disputado, he sentido que salía con un libro entero de pensamientos, anécdotas y vivencias".