Trece años después de su histórica victoria en el
Tour de Francia 2012,
Bradley Wiggins ha decidido contar su versión más personal de los conflictos que marcaron su etapa en el
Team Sky. En su nuevo libro, The Chain, el británico desvela las tensiones internas que estallaron entre él y
Chris Froome, y cómo un momento de insubordinación casi le llevó a abandonar la carrera.
El conflicto alcanzó su punto álgido durante la Etapa 11 hacia La Toussuire, cuando Froome, que entonces ejercía como principal gregario de Wiggins, lanzó un ataque en solitario contra las órdenes del equipo.
“Era lo último que esperaba y me descolocó por completo”, recuerda Wiggins en declaraciones recogidas por
The Sun.
“Más tarde, en el hotel del equipo, amenacé con marcharme. Lo tenía claro. A la mierda. No necesito esto. Para ganar el Tour tienes que controlar todo lo humanamente posible. Que una amenaza venga de tu propio flanco es enormemente desconcertante. Si no puedes confiar en los que llevan la misma equipación, ¿en quién puedes confiar?”.
Según relata, el director del equipo,
Dave Brailsford, y el director deportivo, Sean Yates, consiguieron convencerle para que siguiera en carrera. Sin embargo, el daño estaba hecho.
“A partir de ese momento, nunca volví a confiar en Chris”, admite. “Cuando rodé en cabeza durante los últimos kilómetros alrededor de París, fue en parte para reducir el riesgo de una caída… pero también para asegurarme de que Froome no se beneficiara de ningún contratiempo de última hora y terminara en lo más alto del podio”.
Una relación rota… y una disculpa tardía
Wiggins no volvió a participar en el Tour tras su victoria de 2012, mientras Froome iniciaba una era de dominio con cuatro triunfos en cinco años.
Durante casi una década, ambos mantuvieron silencio sobre aquel episodio, hasta que en 2021 Wiggins decidió tender la mano.
“Le dije directamente: ‘Chris, lo siento’. Quería cerrar el capítulo. La incomodidad había durado demasiado y me estaba haciendo daño”, explicó.
“Más que nada, Chris era un tipo encantador, y le hice daño. No debería haberlo hecho. Poder hablar con él de nuevo, pedirle perdón, fue liberador. No era sano seguir cargando con esa amargura. Volver a ser amigo de Chris significa muchísimo para mí”.
En The Chain, Wiggins también reflexiona sobre su compleja relación con Dave Brailsford, al que en su día describió como “un hermano mayor”.
“Hubo momentos en los que no me gustaba Dave, no confiaba en él”, reconoce. “En retrospectiva, el error fue pensar que nuestros lazos eran incondicionales. Cuando nos separamos, sentí que yo era desechable para él, como si pudiera quitarme todo valor y tirarme al cubo con el resto de la basura”.
Bradley Wiggins, ganador del Tour de Francia 2012
El consejo de Ferguson
Wiggins recuerda también una anécdota reveladora.
“Tras el éxito de 2012, Dave recibió al entrenador del Manchester United, Sir Alex Ferguson. El velódromo estaba al final de la calle y Fergie quería ver si podía aprender algo aplicable a Old Trafford”, cuenta el británico.
Durante aquella reunión, Brailsford pidió consejo al legendario técnico sobre cómo mantener la autoridad en un equipo ganador.
“Dave me dijo después que le había preguntado cuál era el secreto de su éxito. Fergie, inclinándose, le respondió: ‘Lo más importante en cualquier organización o gran equipo deportivo es deshacerse de los imbéciles’.
Fergie era brutal con quienes le desafiaban, y Dave parecía admirar ese consejo. Recuerdo perfectamente que me lo repetía: ‘¡Deshazte de los gilipollas!’”.
Con el tiempo, Wiggins comenzó a preguntarse si Brailsford había aplicado esa misma lógica implacable en su propio caso.
“No pude evitar pensar que quizá había un elemento de eso en su forma de tratarme”, reflexiona.
“Tal vez pensó en mí como Ferguson pensó en David Beckham o Roy Keane, cuando creyó que se habían vuelto más grandes que el Manchester United. Como ellos, me sentí básicamente expulsado”.