En 1995,
Miguel Induráin ya era la leyenda del ciclismo que conocemos todos hoy día. Tenía 30 años y cumpliría los 31 durante la temporada. Ya había ganado todo lo que se podía ganar y más, pero el navarro quería seguir escribiendo la historia. Quería seguir acercándose a los Anquetil, Poulidor, Merckx y compañía y, aunque el debate con respecto al belga era inútil por estilo de ciclismo, no lo era en absoluto el de convertirse en el GOAT del
Tour de Francia.
Empezó de manera discreta, con un 135º puesto en el Trofeo Luis Puig, 51º en la Clásica de Almería y 132º en la Milán-San Remo. Su primera carrera por etapas tampoco le fue mucho mejor, terminando 72º en la Setmana Catalana. Empezó a cosechar buenos resultados en la Vuelta a Aragón, cuando ganó la crono y fue 4º en la clasificación general final, solamente por detrás de nombres como Fernando Escartín, Aitor Garmendia y Laudelino Cubino, tres de los mejores ciclistas españoles de la época.
Tras ser 31º en la Amstel Gold Race, encadenó varias pruebas nacionales inferiores a una semana de duración. Fue 3º en la Vuelta a los Valles Mineros con una victoria, ganó la Vuelta a La Rioja con una etapa y la contrarreloj por equipos y volvió a subirse al último escalón del podio en la Vuelta a Asturias, después de haberse llevado el prólogo y un triunfo más.
Para preparar el Tour de Francia, se marchó al país galo. Allí finalizó 1º en el GP du Midi-Libre, sin victorias de etapa, fue 6º en la Classique des Alpes y brilló en la prueba de fuego por excelencia. Conquistó el Critérium du Dauphiné Libéré, con un triunfo y arrasando a nombres de la talla de Chris Boardman, Vicente Aparicio, Richard Virenque o Jean-Cyril Robin.
Un Tour y un Mundial para la historia
Pasó por los campeonatos nacionales, donde únicamente disputó la prueba en línea y terminó 6º. En la Grande Boucle, ganaría las dos contrarrelojes individuales y se haría con el maillot amarillo por quinto año consecutivo. Igualaría el récord de Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault, siendo el primero en encadenar cinco ediciones seguidas.
Lance Armstrong lo superaría con 7, pero terminaría siendo despojado de todos y cada uno de sus títulos. Por lo tanto, a día de hoy, 30 años después y a la espera de un tal Tadej Pogacar, Miguel sigue siendo uno de los cuatro hombres que más veces ha ganado el Tour de Francia, la carrera más prestigiosa del mundo, y el único que lo ha hecho de manera consecutiva.
Tadej Pogacar es el hombre que pone en peligro el récord de Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin de 5 victorias en el Tour de Francia
Encadenó ganando la Rominger Classic, fue 9º en la Clásica de San Sebastián y también se llevó el Tour de Galicia, con una etapa incluida. Entonces llegó el
Mundial de Colombia, un momento que marcaría un hito para el ciclismo español, de la mano del propio Induráin, pero también de otro ciclista de muchísima clase, Abraham Olano.
En la contrarreloj, Induráin no tuvo piedad y aplastó a todos sus rivales. Le sacó más de 2 minutos a todo el mundo... menos a Olano, que terminó a menos de 1. Mientras tanto, en la prueba en línea, esta vez el oro sería para Abraham y la plata para Miguel, que hizo un trabajo perfecto para que su compañero llegase en solitario y venció al esprint a Marco Pantani y Mauro Gianetti para ser segundo.
Su año fue maravilloso. Bestial. Todo hacía presagiar que el dominio de Miguel Induráin iba a continuar en el Tour de Francia en 1996. Nadie podía pensar que su carrera se iba a venir abajo de cuajo al año siguiente y que el 3 de enero de 1997 iba a poner pie a tierra y no continuar con su carrera. Pero es que el bueno de Miguel no estaba sobre su Pinarello para competir, estaba en su Pinarello para ganar y una vez que vio que no podía seguir dominando se echó a un lado y se acabó. Pero nadie nos quitará de la memoria aquel Tour y aquel Mundial de 1995 en el que, además de ganar, el de Banesto nos hizo soñar con que iba a seguir ganando mucho tiempo más.