En 2023, Visma - Lease a Bike fue el equipo imbatible, una verdadera máquina de precisión que dominó los caminos, las cumbres y los adoquines de Europa. Pero en 2025, el panorama ha cambiado de forma dramática. La gloria de ayer se ha transformado en incertidumbre, heridas abiertas y un miedo silencioso que paraliza a sus estrellas.
Wout van Aert, uno de los corredores más poderosos del pelotón mundial, apenas ha sido una sombra de sí mismo esta primavera. En lugar de levantar los brazos al cruzar la meta, se ha conformado con puestos de honor, señales de que algo más profundo lo detiene. En el programa Kop over Kop, los analistas lo debatieron sin rodeos.
Jeroen Vanbelleghem fue el primero en cuestionar la narrativa del belga: “En el bosque de Wallers, estaba bien colocado, y sin embargo bajó el ritmo por completo. Luego dijo: ‘No tenía buenas piernas’. Pero si detienes las piernas, no es por falta de fuerza”.
Bobbie Traksel llegó a pensar que Van Aert había sufrido un pinchazo en el icónico tramo del Infierno del Norte, pero Jan Hermsen fue más allá: “No era su bicicleta. Era como si tuviera un freno… en la mente”.
Ese freno, aseguran, puede tener un origen claro: el accidente durante el reconocimiento de los adoquines del Bosque de Wallers, cuando una rueda pinchada estuvo a punto de hacerlo caer con violencia. En carrera, casi en el mismo punto, Van Aert volvió a detenerse, como si el recuerdo le hubiese pasado factura.
Según Traksel, no es sólo Van Aert quien carga con ese peso invisible. El temor se ha instalado en los corazones de otros líderes del equipo, como Dylan van Baarle o el bicampeón del Tour de Francia, Jonas Vingegaard. “El miedo se transmite. Lo ves en Van Aert. Lo ves en Van Baarle. Y también en Vingegaard”, aseguró Traksel.
Las constantes caídas del último año y medio, la presión de rendir siempre al máximo y las duras consecuencias físicas y mentales están pasando factura a los titanes de Visma. Vingegaard, por ejemplo, renunció a participar en la Itzulia del País Vasco por precaución, una decisión impensable hace tan solo un año. “Cuando varios corredores del equipo comparten ese temor, el problema se multiplica. Se alimenta a sí mismo. Se vuelve contagioso”.