Jonas Vingegaard se revuelve contra los críticos de Visma: “Dicen que somos robóticos , pero..."

Jonas Vingegaard ha respondido a las críticas recurrentes sobre el estilo de carrera de Team Visma - Lease a Bike, insistiendo en que el instinto y el coraje —no el control rígido— definieron tanto su enfoque como las tácticas del equipo en una temporada marcada por la recuperación y la improvisación.

En el podcast Inside the Beehive, Vingegaard abordó la percepción de que Visma opera como una máquina, argumentando que sus mayores victorias del año llegaron cuando tuvo libertad para responder a lo que sentía en carrera en especial en el Tour de Francia.

“La gente dice que somos robóticos. Creo que hemos demostrado que seguimos el instinto. Si un día me encuentro muy bien, voy a por la etapa. A veces no necesitas un plan, pero sí necesitas valentía.”

Esas palabras reflejan un cambio más amplio en cómo Vingegaard describe su campaña de 2025, una que priorizó las sensaciones sobre la estructura tras una larga y difícil recuperación.

Vingegaard reveló que su segundo puesto en el Tour de Francia fue la primera vez desde su grave caída en 2024 que se sintió físicamente cerca de su mejor nivel.

“El Tour fue quizá la primera vez desde mi caída de 2024 que volví a registrar prácticamente los mismos vatios. Me llevó mucho tiempo llegar ahí. Fue una caída importante y me retrasó más de lo que pensaba.”

Ese contexto condicionó el enfoque de Visma en la carrera. En lugar de correr a la defensiva, el equipo optó por la agresividad y la presión, una estrategia que Vingegaard disfrutó abiertamente, aunque reconoció que con el retrovisor es fácil juzgar.

“Queríamos correr de forma agresiva para meter presión. Quizá, con perspectiva, podríamos haber hecho algo diferente, pero siempre es fácil ser listo después. Me gustó, más por sensaciones, más agresivo. No hace falta correr siempre así, pero por una vez estuvo bien probar.”

Pese a terminar con holgura por delante del tercero en la general, Vingegaard aceptó el resultado sin defensas, enmarcando la derrota como combustible más que como frustración.

“Seguí creyendo que podía ganar después de que un par de días malos marcaran una gran diferencia, pero al final ganó el mejor. Eso debería darnos motivación para el próximo año.”

Esa filosofía se trasladó a la Vuelta a España, donde Vingegaard describió una campaña definida menos por la dominación y más por la adaptación. Con numerosas llegadas en alto en el recorrido, el plan inicial era la contención, pero las buenas sensaciones tempranas cambiaron el panorama.

“Sabíamos que había tantas llegadas en alto que podías quemarte si ibas a por todas. Apuntábamos a la caza de etapas hacia el final, pero cuando llegaron oportunidades al principio, las aproveché. Los días que te sientes bien, hay que exprimirlos.”

Una enfermedad obligó después a otro giro táctico, especialmente en el Angliru, donde la ambición tuvo que dar paso a la supervivencia.

“En la etapa 13 al Angliru quería ganar, pero a mitad de camino tuve que pasar de atacar a defenderme.”

El triunfo en la general llegó en la Bola del Mundo, aunque la ceremonia oficial de podio se canceló. Lo que la sustituyó se convirtió en uno de los momentos más personales de su carrera.

“Volví al hotel decepcionado. Cogí unas patatas y una cerveza y me senté al fondo del autobús. Entonces alguien dijo que estábamos preparando una celebración en el aparcamiento. Se convirtió en una de las ceremonias de podio más memorables que he tenido. Fue más íntima. Solo tenía que tener cuidado de no caerme de la nevera.”

Tras competir brevemente en el European Championships, Vingegaard se detuvo para recuperarse bien, pasando tiempo con la familia antes de viajar a Japón. El entrenamiento ya se ha reanudado antes de la concentración de diciembre de Visma, con las lecciones de una temporada agitada bien asimiladas.

“Da motivación para el próximo año.”

Más que reforzar la idea de un sistema rígido, las reflexiones de Vingegaard muestran a un corredor y a un equipo cada vez más dispuestos a confiar en el instinto, aceptar la incertidumbre y correr con valentía cuando el momento lo exige.