"Este será mi último Mundial": Bauke Mollema cierra un capítulo de su vida con 12 ediciones y casi 40 años

No habrá ceremonia ni despedida grandiosa. Solo un día más brutal en las tierras altas de Ruanda, y luego el silencio. Para Bauke Mollema, el Mundial de Kigali no se trata de gloria personal, sino de algo mucho más significativo: una última carrera desinteresada apoyando al equipo holandés.

“Este será mi duodécimo Mundial y también mi último. Ya casi tengo 40 años. He decidido que no iré a Montreal en 2026. Este es el final del camino para mí en los Mundiales”, confesó a WielerFlits con su característica sencillez.

Mollema no ha venido a Ruanda para hacer números o despedirse desde el fondo del pelotón. Su objetivo es claro: trabajar incansablemente para Thymen Arensman, la joven estrella de 25 años de INEOS Grenadiers y la esperanza más firme de los Países Bajos en la carrera élite masculina.

Aunque su palmarés mundial carece de un top 10, su mejor resultado fue un 11º puesto en Florencia 2013, Mollema es ampliamente reconocido por su inteligencia táctica y su capacidad de ser capitán de ruta confiable, guiando a generaciones más jóvenes a través del caos de las carreras de un día.

“No creo que otros países o los favoritos tengan miedo de mí. Y con razón. Pero eso puede jugar a nuestro favor. No seré el primer corredor al que persigan, y no estoy aquí para mí. Estoy aquí para ayudar”, afirmó con una sonrisa irónica.

El recorrido en Kigali es incesantemente montañoso, con subidas técnicas, calor y altitud que pueden marcar la diferencia. A más de 1,500 metros sobre el nivel del mar, la capital ruandesa representa un desafío poco familiar para la mayoría, pero no para Mollema, quien se preparó meticulosamente con campos de altitud.

“Probablemente estoy en mi mejor nivel del año. Terminé octavo en el Tour de Gran Bretaña y he hecho todo lo posible para estar listo para esto. Koos Moerenhout me dio la confianza, y eso me ayudó a darlo todo estos últimos dos meses”, explicó.

El equipo neerlandés combina juventud y veteranía. Junto a Mollema y Wout Poels, corredores como Frank van den Broek, Menno Huising y Sam Oomen aportan profundidad. Pero es Thymen Arensman quien carga con las esperanzas de título. Alto, ligero y fuerte en subidas y contrarrelojes, Arensman tiene el motor, pero le falta experiencia en gestionar la imprevisibilidad de un Mundial.

Para Mollema, esto no es motivo de nostalgia ni emoción: “No es emocional. Es motivador. Quería hacer de esto un objetivo final adecuado. Ruanda tenía sentido. Me parece adecuado terminar aquí”.

Aunque se despide de los Campeonatos del Mundo, Mollema aún tiene contrato con Lidl-Trek y no ha decidido cuál será su última carrera profesional. Pero Kigali, en muchos sentidos, marca el final de su tiempo en naranja.