Sin rodeos, sin diplomacia institucional ni miedo a incomodar. Así ha regresado
Cyrille Guimard al primer plano del ciclismo mediático. El "Druida", figura legendaria del ciclismo francés, se confiesa libre y contundente en un extenso diálogo con
Cyclism'Actu, donde repasa con franqueza quirúrgica el presente y futuro del pelotón mundial.
Y lo hace con un mensaje claro: “Hoy puedo hablar. Entonces hablo”. Para Guimard, la temporada 2025 no solo ha sido notable, sino ilusionante. "Hemos vivido una gran cosecha, con verdaderos momentos de gloria", asegura. A su juicio, el ciclismo está recuperando uno de sus ingredientes fundamentales: la rivalidad entre grandes figuras.
"Con Pogacar dominando los Grandes Tours, falta un auténtico duelo que enganche al público como en la época de Anquetil y Poulidor", afirma. Pero también lanza una advertencia esperanzadora: "La confrontación generacional entre Pogacar y
Paul Seixas se acerca. Y en Francia tenemos suerte de contar con él y con Paul Magnier, que está emergiendo como un sprinter de talla mundial".
Para Guimard, esta nueva ola de talento galo con nombres como Léo Bisiaux y Lenny Martinez, reciente ganador de la Japan Cup, marca el inicio de una etapa brillante para el ciclismo francés.
Pogacar, el fenómeno que lo eclipsa todo
Cyrille no escatima elogios para
Tadej Pogacar, que en 2025 ha vuelto a arrasar: Tour de Francia, tres Monumentos y el título mundial. "Estamos ante una dominación absoluta, comparable a la de Merckx. Hay incluso un 'complejo Pogacar': muchos rivales ya se sienten derrotados antes de correr", lamenta.
Sin embargo, advierte que el mayor riesgo para el esloveno es interno: "El día que pierda el hambre, todo se derrumbará. Lo vimos con Sagan. El talento no basta si desaparece la obsesión por ganar".
Sobre el fenómeno Paul Seixas, Guimard pide paciencia. “El talento no se quema, pero sí la psicología del deportista. No hay que precipitarlo con expectativas desmedidas”. Su visión es clara: "No se va al Tour de Francia para aprender, sino para ganar".
Según el Druida, 2026 debe ser un año de construcción para Seixas, enfocado en clásicas, carreras de una semana y aprendizaje técnico. "Que haga su primer Gran Tour, sí. Pero no el Tour, no si es solo ‘para ver’. Que vaya a La Vuelta, pero que llegue al Tour cuando esté preparado para ganarlo".
Paul Seixas es la nueva esperanza del ciclismo francés
Equipos franceses en la cuerda floja
Guimard también lanza una severa crítica al estado del ciclismo francés. La desaparición de Arkéa-B&B y la fusión Lotto–Intermarché no le preocupan tanto como el estancamiento de estructuras históricas.
"El sistema UCI de licencias trianuales es parte del problema. Pero más grave es que muchos equipos franceses viven anclados en el pasado. Cofidis, por ejemplo, es el símbolo del fracaso: 30 años sin evolucionar. Y ahora caen a ProTeam, superados por estructuras jóvenes como Uno-X", denuncia.
Advierte incluso que el equipo de Jean-René Bernaudeau podría ser el próximo en caer en 2026 si no se renueva. Pero es en el plano económico donde Guimard se muestra más contundente. Cuestionado sobre los 150.000 € pagados a estrellas como Pogacar o Vingegaard para correr el Andorra Cycling Masters, no se escandaliza. “Es el mercado. Son exhibiciones, como en el tenis”, afirma.
Sin embargo, su crítica apunta más arriba: al sistema económico del ciclismo y al reparto de ingresos. “En todos los deportes, la televisión es una fuente de financiación. En ciclismo, es un tabú. Y en Francia, ni siquiera es un tabú: si hablas del tema, te arriesgas a represalias”.
Guimard denuncia que ni la Federación Francesa de Ciclismo ni los equipos tienen voz en las negociaciones de derechos televisivos con ASO o los medios. "No reciben un euro, cuando son parte esencial del espectáculo. La Federación solo recauda subiendo licencias. Es un sistema que debe cambiar", sentencia.
Con su lucidez habitual y sin mordaza, Guimard lanza una serie de mensajes que sacuden al ciclismo francés. Advierte sobre la urgencia de evolucionar, de modernizar estructuras, de proteger a los jóvenes talentos y de abrir por fin el debate sobre el reparto económico.
"Hoy puedo hablar. Así que hablo", repite. Y lo que dice, aunque incómodo, resuena como una llamada de alerta… o una oportunidad para repensar el futuro del ciclismo.