Imponerse en un pelotón dominado por figuras como Pogacar, Vingegaard y Evenepoel está al alcance de muy pocos.
João Almeida forma parte de ese reducido grupo, no solo por lo que ofrece en carrera, sino también por la claridad con la que analiza el ciclismo.
Su capacidad para gestionar cada esfuerzo y esa combatividad tan suya, visible en cada ataque y en cada defensa de posición, revelan un corredor que piensa tanto como pedalea. Esa sinceridad quedó aún más expuesta en su
conversación con Ciclismo a Fondo, donde habló sin filtros ni adornos, diciendo exactamente lo que quería decir.
En un día de descanso, lejos del ruido de la competición y recostado en un sofá, es más fácil captar quién es realmente el portugués: un ciclista resistente, entregado a su equipo, y al mismo tiempo el chico que
creció con un póster de Rui Costa pegado en la pared. La timidez que sintió al conocer por primera vez a su ídolo contrasta con el papel que desempeña hoy, inspirando a jóvenes que cuelgan su imagen en sus propios cuartos, soñando con seguir sus pasos.
La temporada que acaba de completar solo reforzó esa evolución. “Sí, sin duda. Logré muchas y muy buenas victorias. Siento que este año he dado un salto, señal de que estoy haciendo las cosas muy bien”, comenta, dejando claro que su rendimiento no le tomó por sorpresa. “Cuando entrenas y haces bien el trabajo, normalmente sé lo que tengo en las piernas. Sabes hasta dónde puedes llegar; otra cosa es conseguirlo porque hay factores que no controlas. Si te caes, como me pasó en el Tour. Estaba muy bien y no pude hacer nada”.
La caída en el Tour
Aquella caída en el Tour de Francia aún pesa. “Un poco, sí. Creo que podría haberlo hecho muy bien. Para mí y para el equipo fue doloroso tener que abandonarlos tan pronto”. Recuerda con nitidez ese momento: “Sentí enseguida que había sido una caída fuerte, aunque no me parecía que hubiese una lesión muy grave. Es normal tener dolor en el impacto, pero después, al ver que tenía una costilla rota, era imposible continuar. Al levantarme y volver a montar, pensé que quizá podría llegar a meta. Incluso me dolían más las manos, pensé que me había roto un dedo. La costilla la noté después, cuando me hacían el rayos X. Me salió un hematoma cerca de las costillas y dije a los médicos:
‘Mirad aquí, porque al tocar me duele’. Revisaron y sí, estaba fracturada”.Aun así, Almeida trató de seguir adelante, pero dos días después tuvo que abandonar. “Sabía que intentaba lo imposible, pero quería probar. No quería irme sin intentarlo. Pero me di cuenta de que no podía ir rápido. Dejé la carrera cuando entendí que ya no quedaba ninguna opción”.
Comprometido como siempre, le costó aceptar la situación. “Cuando tengo una función, doy todo. En ese caso no pude hacer más, no soy Dios”, dice entre risas. Desde casa sufrió viendo el Tour, aunque mantuvo la calma: “Es duro verlo sabiendo que deberías estar allí, pero podría haber sido peor”.
Joao Almeida ganó la Vuelta a Suiza en 2025
La influencia de Pogacar
Hablar de Pogacar le provoca casi una sonrisa automática. Lo admira abiertamente: “Me gusta. Es un desafío y, al mismo tiempo, estoy tranquilo porque siempre tenemos un plan. Formas parte de la historia cuando estás con él; para mí es el mejor ciclista de siempre. Es alguien especial. Me sigue impresionando verlo correr porque lo que hace no es normal.
A veces yo estoy muy bien y Tadej está siempre un nivel por encima. Dices: no es normal, es un extraterrestre”.
Cada mañana entrena con un objetivo que lo mantiene en marcha: “Mi motivación al despertarme es ser la mejor versión de mí mismo… Ojalá siempre cerca de Tadej”, comenta entre risas. Su lugar entre los mejores del mundo se lo ha ganado él mismo: “Sí, también hay espacio para mí; hay muchas carreras. A veces las cosas no salen como uno espera, ni para mí ni para los otros. El más fuerte no siempre gana. Hay que aprovechar oportunidades, saber leer esas fugas que cambian la carrera. Sepp Kuss es un buen ejemplo: ganó la Vuelta así”.
Las victorias del año
Se define como “un ciclista consistente, luchador”. Le cuesta escoger una sola victoria. “No sé, tengo varias. Me gusta mucho la Volta al Pais Vasco, fue la primera carrera por etapas que gané este año. También la Volta a Suiza, porque remonté bastante. No son muchas, pero todas son buenas y de gran nivel. Es difícil quedarme solo con una”.
Cuenta que la del Pais Vasco fue una victoria de fuerza, mientras que la de Suiza tuvo más de inteligencia, una auténtica “Almeidada” como bromean sus seguidores: “Sabía cómo estaba, aunque no pensaba que la carrera me favoreciera. La preparé de otra manera y gané por fuerza. En Suiza confié en las piernas y en la cabeza. Tenía tres minutos perdidos desde el primer día por una fuga que llegó y pensé: ¿Dónde recupero eso? No había grandes subidas. Pero lo conseguí”.
Veremos a Almeida al mismo nivel que tuvo en la Vuelta? @Sirotti
Rui Costa y los primeros pasos
Su historia comenzó casi por casualidad. “Jugaba fútbol y nadaba, pero me cansé un poco. Siempre me gustó la bici y empecé con el mountain bike. Me encantaban las bajadas. Luego probé la carretera, tendría doce o trece años, y me enganché. Empecé a correr y al año siguiente ya ganaba algunas carreras pequeñas. Para mí fue lo mejor que podía pasar. Me enamoré del ciclismo. También empecé a ver en televisión las batallas de Contador y Froome”.
Rui Costa fue su gran referente. “Había ganado el Mundial de Florencia y yo tenía un póster suyo enorme en mi cuarto”. Años después, el destino quiso que fueran compañeros: “Es impresionante que tu ídolo acabe siendo tu compañero. Rui era un ciclista muy inteligente”. De su primer encuentro guarda un recuerdo vívido: “Fue en el Mundial de Richmond. Yo era júnior y él estaba con la selección. Me quedé mirándolo, sin saber qué decir”. Reconoce similitudes entre ambos: “Creo que compartimos lo mismo: tengo buenas piernas, pero gano con la cabeza”.
El camino hacia el WorldTour no fue fácil. Pasó por la Axeon de Axel Merckx y antes por una continental italiana, años decisivos para su crecimiento. “No sabía si quería ser ciclista hasta los 18 o 19 años. Un día pensé: o doy todo o dejo esto. Vivir del ciclismo en Portugal es muy difícil. O te vas lejos y estás solo, o no avanzas. Fue el año más duro de mi vida. Un día llamé llorando a mi madre porque quería volver a casa”. Ella le dio un consejo simple: “Prueba, y si no te gusta, vuelve”.
Por suerte, siguió adelante: “Habría perdido todo lo que vino después. Estudiaba nutrición, pero no me gustaba. Iba a cambiar de carrera. Ahora valoro muchísimo todo esto. Vengo de una ciudad pequeña; cerca vivía Joaquim Agostinho. Hay tradición, pero poca. Cuando me llamó la Quick-Step fue un sueño. Después ganas una, dos… otra gran equipo te ficha y de repente estás peleando una Gran Vuelta”.
Un ciclismo más rápido, pero el mismo amor por el proceso
Reconoce que el ciclismo moderno exige más que nunca. “Se va muy rápido, se sufre más que antes… Creo que ya no se disfruta igual”. Aun así, sigue apasionado: “Disfruto del entrenamiento, del proceso desde el primer día”.
El gran sueño: ganar una Gran Vuelta
Con podios en Giro y Vuelta, su objetivo está claro: “Ganar una Gran Vuelta, cualquiera. Ya gané carreras de una semana, pero una de tres sería lo máximo. A veces puedo liderar cuando Pogacar no está. Quizá si pidiera ser colíder me dejarían, pero prefiero ayudarle. Si algún día tengo mi oportunidad, la aprovecharé sin comprometer su victoria”.
De todos sus grandes momentos, destaca uno por encima del resto: la victoria en el
Angliru. “Es muy especial. Estoy orgulloso de ese día. Jonas estuvo a mi rueda toda la subida. Pensé que atacaría, pero no lo hizo. Recordé la última curva de hace dos años: tenía que entrar primero para que no me pasara. Y lo logré. Para mí,
el Angliru es la subida más dura del mundo”. Aunque no ganó la Vuelta, terminó satisfecho: “Acabar segundo es un gran resultado. Lo intenté todo”.
Mirando a 2026
La próxima temporada ya asoma. Figueira Champions Classic y la Volta ao Algarve serán sus primeros puntos fuertes. En cuanto a las grandes vueltas, todavía hay decisiones por tomar, pero parece claro que volverá a hacer dos. El Tour es casi seguro, sobre todo por el peso de Pogacar en la planificación. Falta por decidir si regresará al Giro, ausente desde 2023, o si volverá a la Vuelta para transformar el segundo puesto de este año en un triunfo histórico