El
Mundial de Ciclismo en Kigali (Ruanda) no solo representan un desafío deportivo, sino también logístico y sanitario. Para los equipos médicos, se trata de un territorio lleno de incógnitas, donde desde los mosquitos hasta la calidad del agua pueden convertirse en amenazas para la salud de los corredores.
El médico de la selección belga, Kris Van der Mieren, explicó en una entrevista con
HLN que la preparación comenzó con mucha antelación: “Empezamos a prepararnos para este Campeonato del Mundo hace un año”.
El primer paso fue la vacunación preventiva contra enfermedades comunes en la región. El Servicio Municipal de Salud (GGD) recomienda la inmunización contra fiebre amarilla, DTP, hepatitis A, además de paperas, sarampión y rubeola.
Aunque las vacunas no son obligatorias, sí están “encarecidamente recomendadas”. En la selección belga no hubo debate: “No hay antivacunas entre ellos. Todos comenzaron el proceso con mucha antelación”.
Paludismo: el mayor riesgo inmediato
Uno de los principales peligros en Kigali es el paludismo. Las vacunas no son suficientes, por lo que los ciclistas deberán tomar una pastilla diaria como medida preventiva. “Una infección podría tener consecuencias duraderas. Todos han sido informados al respecto”, subrayó Van der Mieren.
Los repelentes, las mosquiteras y la ropa de colores claros serán parte del arsenal contra los mosquitos, que transmiten la mayoría de las enfermedades tropicales.
Otro desafío es el acceso a agua potable. La delegación belga ha sido tajante: solo usarán agua embotellada o hervida. “La calidad no está garantizada. Lavar está bien, pero para todo lo demás evitaremos riesgos”, explicó el médico.
Esto complica aún más el trabajo del equipo de cocina, que tendrá que extremar las medidas contra la salmonela y otras infecciones alimentarias. “Nuestro equipo de cocina tendrá un trabajo muy importante. Es posible que acaben quemando más calorías que los corredores”, bromeó Van der Mieren.
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El riesgo no solo está en la alimentación o el agua, también en el contacto físico. Incluso un simple apretón de manos podría transmitir bacterias o parásitos desconocidos para los europeos. “La población local tiene resistencia parcial, pero nosotros no. En Europa la higiene es mucho más estricta”, advirtió.
Entre todas las amenazas, Van der Mieren confiesa un temor real: la rabia. “Ese es mi mayor miedo. El riesgo de que un corredor sea mordido por un perro es mínimo, pero si ocurre y la mordedura es grave, entonces se desata el infierno”.
La rabia, una enfermedad prácticamente erradicada en Europa, sigue presente en África. Si alguien fuera infectado, la reacción tendría que ser inmediata: “Una infección no tratada siempre es mortal, pero si se detecta rápido y se trata intensivamente, no tiene por qué serlo. Pero eso ya es trabajo de especialistas”.