Las pistas de gravel eran el pan de cada día en las Grandes Vueltas cuando nacieron, por la época y el estado de las carreteras en Europa. Con las décadas, el ciclismo de ruta migró casi al 100% al asfalto, y los tramos “off-road” se usan ahora como obstáculos para añadir emoción y dificultad al ciclismo moderno. Algunos corredores rechazan su uso en las Grandes Vueltas por los riesgos; otros creen que deben estar, como
Mikkel Honoré.
“Es un tema complejo. El gravel añade mucha imprevisibilidad y drama a una Gran Vuelta”, argumentó Honoré en el podcast
Domestique Hotseat. “Pero también es triste ver a un gran líder de la general pinchar y perder toda su Gran Vuelta tras meses, incluso un año, de preparación.”
El corredor del EF Education-EasyPost entiende ambos lados, pero, como clasicómano, también ve los beneficios: le abre oportunidades en algunas de las carreras más grandes del mundo, sin el riesgo de perder la general, ya que no es escalador.
Ahí está el caso del CEO de Team Visma | Lease a Bike,
Richard Plugge, muy crítico con la etapa de gravel del Tour de France 2024: “Una etapa así no pertenece al Tour. Coincido con Patrick Lefevere. ¿Por qué reintroducir el factor mala suerte en el Tour con una etapa de gravel? Creo que el Tour es capaz de crear etapas fantásticas, así que no necesito esa etapa de gravel.” Entonces, ¿cómo acertar con la fórmula?.
“Si los organizadores encuentran el equilibrio adecuado, sin duda también pertenece a las Grandes Vueltas”, responde el danés. “Hice la etapa de Roubaix en el Tour en 2022 y fue súper chula. Y este año, la de gravel, ya la he hecho un par de veces porque ha habido bastante en el Giro en los últimos años. Forma parte de esto.”
Imagen de Isaac del Toro y Tadej Pogacar en plena Strade Bianche
El gravel aporta lo inesperado
Honoré estuvo en la “mini Roubaix” del Tour de France 2022 y también en la “mini
Strade Bianche” del Giro d’Italia de este año, donde trabajó para Richard Carapaz. Aquel día se cayeron Primoz Roglic y Juan Ayuso, y ambos acabarían abandonando dentro de la semana. También fue la jornada del despegue de Isaac del Toro, que se vistió de rosa; a la postre, una etapa absolutamente clave.
“Hay que tomar distancia y pensar qué hace que el ciclismo sea atractivo y bueno para el público. No hablo de caídas, pero la imprevisibilidad y el drama son lo que lo hace interesante de ver”, defiende Honoré, convencido de que incluir sectores de gravel forma parte del espectáculo. “Eso es lo que nos hace amar el ciclismo: no siempre gana el más fuerte.”
“El gravel, seguro, tiene cabida, sin hacer nada loco, nada más de lo que hicimos en el Giro este año”, matiza, “que fue básicamente una etapa al estilo Strade Bianche.”