Solo estamos a 17 de febrero y la UCI ya ha vivido una serie de momentos que preferiría olvidar. Con la temporada 2025 aún en ciernes, varios desastres de seguridad han vuelto a poner al organismo rector bajo un inmenso escrutinio, planteando serias dudas sobre su capacidad para proteger a los ciclistas profesionales.
Artículo original de Fin Mayor.
Echemos un vistazo al estado actual de la seguridad en el ciclismo y hagamos un repaso del desastroso comienzo de 2025 en términos de mejoras en la seguridad de los ciclistas.
Al inicio de 2025, se prestó una atención renovada a la mejora de la seguridad de los ciclistas, impulsada por los alarmantes incidentes ocurridos en temporadas anteriores. En los últimos años, el ciclismo ha perdido tristemente a corredores como Muriel Furrer y Andre Drege, además de varios otros, ya sea en competición o durante los entrenamientos.
La UCI introdujo varias medidas nuevas el verano pasado en un intento de mejorar las condiciones de los ciclistas, entre ellas la tarjeta amarilla. Sin embargo, apenas unas semanas después del inicio de la nueva temporada, ya se está cuestionando la eficacia de estos cambios.
Una parte importante del problema es que la UCI sigue culpando a los ciclistas. Según un informe publicado a principios de este año, el organismo rector y su socio de seguridad, SafeR, afirmaban que los errores de los ciclistas eran responsables del 35% de los incidentes en carrera.
Esta estadística ha sido muy criticada, pues muchos sostienen que desvía la atención de los fallos estructurales y organizativos que contribuyen a estas situaciones peligrosas.
A pesar de las promesas de la UCI, los primeros meses de la temporada ya han estado plagados de graves incidentes de seguridad. Uno de los más alarmantes se produjo la semana pasada en la Étoile de Bessèges, donde un coche irrumpió en la pista a mitad de la sexta etapa, provocando la retirada de varios equipos.
La reacción de la UCI ha sido variada: el organismo rector promete una "investigación exhaustiva" e insinúa multas severas y una mayor supervisión de los organizadores de carreras. Sin embargo, algunos organizadores se han opuesto, argumentando que los equipos exigen más de lo que es factible. ¿En serio? ¿Es realmente "inviable" que un equipo ciclista profesional pida que no haya peatones en el recorrido mientras el pelotón circula?
Por su parte, ciclistas y jefes de equipo han expresado su frustración por los peligros que siguen enfrentando en la carretera. Ralph Denk, director de Red Bull BORA, criticó a los organizadores de carreras por no tener en cuenta la seguridad de los corredores: "Ningún corredor quiere acabar en una zanja con los huesos rotos. Los organizadores de carreras deben recordar que el ciclismo no es un videojuego".
El jefe de Visma, Richard Plugge, también se pronunció al respecto, advirtiendo que el deporte debe dejar de hacer recortes en materia de seguridad. "La seguridad no debe comprometerse", insistió Plugge.
Ayer mismo se produjo otro momento impactante cuando Pascal Ackermann se estrelló tras chocar contra un paso de peatones en los últimos metros de una llegada al sprint.
El exprofesional Johan Bruyneel hizo una mordaz evaluación de la UCI, afirmando: "El gran problema reside en la UCI". Acusó al organismo rector de no responsabilizar a los organizadores, optando en su lugar por desviar la culpa hacia otro lado.
En medio de toda la polémica, la UCI ha dado al menos un paso recomendable al prohibir oficialmente el uso de la reinhalación de monóxido de carbono, una práctica controvertida que se cree que ofrece a los ciclistas una ventaja competitiva, pero con importantes riesgos para la salud. Aunque esta medida ha sido bien acogida, no contribuye a resolver otros problemas de seguridad inmediatos que actualmente ensombrecen este deporte.
Con la temporada aún en sus primeras etapas, la UCI se enfrenta a una presión cada vez mayor para tomar medidas significativas antes de que ocurra otra tragedia. Aunque se han introducido medidas de seguridad para los ciclistas, la serie de desastres ocurridos a principios de la temporada ha demostrado que el sistema actual no es adecuado para su propósito.
Si el organismo rector sigue eludiendo la responsabilidad y no hace rendir cuentas a los organizadores, corre el riesgo de erosionar aún más la confianza entre equipos, ciclistas y aficionados.
El ciclismo es un deporte basado en la valentía, pero esta no debe ir en detrimento de la seguridad básica. Es hora de un cambio.