Chloé Dygert dice que podría haberse alejado muy fácilmente del ciclismo sin la ayuda de su familia y amigos, ya que ha soportado una letanía de lesiones y enfermedades durante las dos últimas temporadas. Todo empezó cuando Dygert se desgarró el cuádriceps izquierdo en septiembre de 2020, como explica en una entrevista para Velo.
"No hubo días buenos, fue duro. El accidente en sí, me costó todo lo que tenía en mi cuerpo para poder incluso competir en los Juegos Olímpicos. El dolor que tuve hasta que me sometí a esta última operación, nunca pensé que volvería a estar bien, nunca pensé que volvería a estar al máximo nivel", dijo.
"Con ese pensamiento en la cabeza, contraje Epstein Barr y luego mi corazón siguió teniendo los problemas que tenía. Nunca pensé que iba a rendirme, pero nunca pensé que volvería a estar al cien por cien. Fue un pensamiento duro para mí porque soy muy competitiva y la idea de no poder rendir lo mejor que sé que puedo", añadió.
"Esa operación me cambió la vida. No sólo en mi bici, sino en la vida diaria. Puedo sentarme en el váter sin que me duela, puedo entrar y salir del coche sin que me duela, puedo ponerme los pantalones sin que me duelan, puedo ponerme los calcetines sin que me duelan", explica. "Pensé que la vida iba a ser así para siempre y que la operación me había quitado todo el dolor. Pero, de nuevo, el músculo estaba completamente seccionado, por lo que el flujo sanguíneo no es el mismo, y nunca será el mismo".