Bradley Wiggins es una leyenda del ciclismo, pero no todo ha sido siempre fácil para él durante su vida. El británico no llevó bien el hecho de convertirse en una auténtica superestrella tras ganar el Tour de Francia 2012. Además, ese mismo año triunfó en los Juegos Olímpicos de su país, en Londres. Todo este éxito terminó pudiendo con él y llevándole a tener pensamientos suicidas.
"Hace dos años pensaba que lo estaba haciendo bien, pero no me di cuenta de que estaba fumando y bebiendo y haciendo de todo y pensaba que eso estaba bien", explica el ganador del maillot amarillo 2012 y múltiple medallista de oro olímpico en el
High Performance Podcast, aunque afortunadamente, ahora está realmente mucho mejor. "Ahora sí que estoy en un viaje ascendente".
Uno de los problemas a los que se enfrentó Wiggins fue el de intentar repetir los momentos álgidos de su carrera profesional una vez retirado. "Ganar un oro olímpico, subir a la tribuna, por supuesto en Hampton Court, después de haber ganado el Tour de Francia diez días antes, y alejarse de esa tribuna como campeón olímpico, y pensar: '¿Qué hago ahora? Y tener que lidiar con eso", dice. "Nada iba a superar ese día por lo que significó y por los millones de personas que estaban en la carretera ese día, por el auge que se produjo en el ciclismo".
En uno de mis periodos más oscuros, rompí todos mis trofeos de la repisa de la chimenea porque pensaba '¿qué hacen estas cosas aquí?Tiré mi trofeo a la Personalidad Deportiva del Año, mi título de caballero, las cosas que venían con la validación externa de que eras grande, porque tenía un verdadero problema con las cosas que había conseguido, que significaban que tenía una posición jerárquica en la casa en cuanto a lo que se considera éxito", recuerda.
Sin embargo, tras ese momento de preocupación con su hijo Ben (que está forjando su propia carrera ciclista en Hagens Berman Jayco actualmente ed.), Wiggins afortunadamente ha dado un giro positivo. "Estoy orgulloso de la persona en la que me estoy convirtiendo. Me siento un buen padre para mis hijos", concluye. "Mi padre se fue cuando yo tenía un año y medio. Le conocí cuando tenía 19 años, volvió a entrar en mi vida porque yo tenía éxito. La famosa cita que me dio me impulsó durante años, y me rompe el corazón hasta el día de hoy. Me dijo después de una semana de conocerle cuando yo tenía 19 años: 'No olvides que nunca serás tan bueno como lo era tu viejo'. Todavía pienso en esto todo el tiempo como parte de mi recuperación".