Análisis mercado ciclista | ¿Acierto o error el fichaje de Lenny Martinez por el Bahrain?

¿La próxima gran esperanza de Francia? Quizá ya no sea el término adecuado para Lenny Martínez, pero por méritos propios se está labrando la reputación de cazador de etapas mítico y uno de los mejores escaladores del pelotón. Su 2025 quizá quedó corto en su gran objetivo, pero en cuanto a evolución en aquello que domina, hay argumentos sólidos.

Mercado Ciclista: No hablamos de cifras descomunales, pero, según se informó, recibió una propuesta con un salario anual de 800.000 €, varias veces por encima de lo que cobraba en Groupama.

Si habláramos de UAE, INEOS o Red Bull quizá no sería noticia, pero para la mayoría de equipos es una inversión significativa, más aún en un corredor que no es un especialista en generales, clásicas, contrarreloj ni sprint. Martínez es una apuesta a largo plazo, útil también a corto plazo. Un contrato de tres años aseguró que el objetivo de ambas partes era una relación prolongada, aunque a primera vista no pareciera el traspaso más evidente.

Pero Martínez hizo lo que mejor sabe. ¿Es un gran vueltómano? No. Tampoco lo necesita: es un escalador de primera, y este año fue más consistente. En París-Niza parecía posible que se mostrara como hombre de la general, pero en la ventosa y lluviosa etapa 6 perdió mucho tiempo y en la jornada final volvió a evidenciar su fragilidad. ¿Y el resto? El francés ganó la empinadísima llegada de la etapa 5, fue cuarto en La Loge des Gardes y luego —aunque la etapa fue para la fuga— fue el segundo más rápido en la subida a Auron y atacó junto a otro escalador puro, Felix Gall.

Una semana más tarde, en la Volta a Catalunya, terminó quinto en la clasificación general, con dos cuartos puestos en las etapas de montaña que dejaron claro que, con el escenario adecuado, la general puede ser su prioridad. En clásicas también rindió: fue cuarto en la Flèche Wallonne, algo sorprendente dado que su físico no suele manejar bien el frío y la lluvia. Una semana después acabaría segundo en la Tour de Romandie, ganando la etapa reina ante João Almeida pero perdiendo el maillot amarillo en la crono final, donde firmó un notable 13.º puesto pese a ser probablemente el corredor más ligero de la carrera.

El estilo clásico de Martínez continuó en el Critérium du Dauphiné, donde pasó desapercibido gran parte de la prueba y se cayó de la general, pero arrasó en la jornada final: se metió en la fuga del día y venció en Mont-Cenis, el único capaz de resistir el empuje de Jonas Vingegaard por detrás —Tadej Pogacar no lo intentó; de haberlo hecho, esa victoria habría peligrado.

En el Tour de France, Martínez no salió con la general como objetivo, y fue acertado. Pleno enfoque en el maillot de la montaña y, en segundo plano, las etapas. Al final creo que sacrificó opciones de etapa por su ambición por la clasificación de la montaña, lo que le llevó a gastar energía en momentos en los que un ganador de etapa no lo haría. Pero fue la táctica correcta: iba a por ese maillot, un año después de la incomprensible convocatoria de última hora de Groupama-FDJ tras conocerse su marcha.

Sin embargo, Martínez sufrió lo que hoy padecen casi siempre los no vueltómanos en el Tour. Por muchos puntos que persigas, el sistema favorece de forma abrumadora a los hombres de la general.

Aun así, el final de temporada del joven de 22 años fue sólido, con un buen tercer puesto en el Giro dell’Emilia y una victoria en la Japan Cup que rematan un año de adaptación, en el que se ha confirmado como líder claro en su nuevo equipo. Se puso al frente de la clasificación en la etapa 10, pero la perdió en la 16 ante Tadej Pogacar. Terminó tercero, por detrás de Pogacar y Vingegaard. Pero ninguno de los dos buscaba realmente ese maillot, y la actitud conservadora de Pogacar indica que ni siquiera lo tenía como objetivo secundario. Martínez se conformó con el tercer puesto, pero fue, sobre el papel, el mejor de los cazadores de la montaña. En otra gran vuelta, la misma estrategia habría dado mejores frutos.

El salto de Martínez a Bahrain consolidó su evolución como escalador puro, uno de los pocos escaladores ultraligeros del pelotón con rendimiento de máximo nivel. Aspirar a la general en el Tour no era realista y, aunque no brilló especialmente como hombre de la general durante el año, sus victorias y grandes actuaciones hacen de su temporada un éxito y una buena evolución para un corredor del que es fácil olvidar que solo tiene 22 años.