Alberto Contador afronta un nuevo
Giro de Italia para su Team Polti Visit Malta con más que ilusión por volver a conseguir una victoria de etapa y acabar lo más arriba posible con su gran estrella que suena para Visma, Davide Piganzoli.
El madrileño, en una entrevista a la Gazzetta dello Sport, reconocía que está enamorado del ciclismo actual por ser muy ofensivo (él fue un ciclista adelantado a su época siempre atacante, no extraña que le guste como corren Pogacar y compañía):
"Ah, cuánto me habría gustado correr en este ciclismo, con esta fantasía y ataques continuos, incluso desde lejos. Y a veces, cuando estoy en las carreras y veo una subida, pienso ‘ah, ya no tengo la forma, pero era justo para mí... Me imagino que todavía estoy en competición’".
El de Pinto ganó el Giro en 2 ocasiones (en 3 se fue para casa con la maglia rosa, pero una de ellas se la quitaron por la Operación Puerto) y nunca escondió que era una de sus carreras preferidas. Así lo comentaba en la Gazzetta en declaraciones traducidas por los compañeros de
Relevo:
“El Giro siempre ha sido una carrera especial para mí. Es el espectáculo más bonito del ciclismo y la que más he disfrutado a lo largo de mi trayectoria. Fue la carrera que me hizo enamorarme de este deporte, con su toque romántico y su cultura tan única. Esa emoción solo la he sentido allí. Puede parecer raro que diga que me marcó más que el Tour o que me resultó más especial que la Vuelta, que además es la de casa y con tu gente. Pero desde mi primera participación en 2008, supe que había nacido una conexión que dura para siempre.”
Tiene claro la gran diferencia que hay entre el ciclismo actual y el suyo:
“Hoy en día la gran diferencia está, sobre todo, en la nutrición y la recuperación. Yo también tomaba barritas y geles, claro, pero ahora se ha llevado a otro nivel. Nunca llegué a pesar la comida con una báscula, prefería guiarme por lo que sentía que necesitaba.”
E insiste en la hiperprofesionalización que ha llegado a todos los niveles y hace que absolutamente todo esté controlado:
“Los ciclistas ahora entrenan con sensores que miden el nivel de azúcar en sangre para saber cómo asimilan los geles, controlan cuánto tarda en hacer efecto, analizan la temperatura de la piel para entender el funcionamiento del corazón o saber en qué condiciones se recupera mejor el cuerpo. Todo es mucho más técnico. En mis tiempos, el equipo ya era grande, unas 70 personas, pero ahora hay más de 100. Yo me dejaba llevar por las sensaciones, y eso era algo maravilloso; podías tener más o menos sensibilidad, pero marcabas diferencias. Hoy, todo se basa en cálculos: todo son datos.”