Michael Vanthourenhout volvió a la senda del triunfo en Terralba con un movimiento perfectamente cronometrado en la última vuelta, poniendo fin a un inicio invernal discreto con una victoria en la Copa del Mundo decidida por pura colocación y decisiones milimétricas. Tras más de una hora de carrera en el barro sardo, el belga por fin abrió una prueba que se había negado a romperse toda la tarde.
La carrera masculina nunca encontró una escapada natural. Vuelta tras vuelta, los mismos nombres se probaron sin éxito:
Joris Nieuwenhuis brillando en la arena y las largas rectas, Pim Ronhaar atacando con intención, Laurens Sweeck peleando por el podio manteniendo la calma, y Ryan Kamp recuperando presencia una y otra vez. Incluso con once corredores aún en la pelea a mitad de prueba, la carrera siguió totalmente agrupada.
Vanthourenhout, sin embargo, se mostró cada vez más asentado a medida que subía el ritmo. Respondió a cada aceleración de Nieuwenhuis y Ronhaar, rodó con eficiencia en el barro y se negó a que la prueba derivara en caos. Cuando la penúltima vuelta redujo el grupo a cinco —Vanthourenhout, Nieuwenhuis, Sweeck, Vandeputte y Kamp—, el belga olió que se acercaba el momento.
“Se sintió bien volver a pelear por la victoria”, dijo Vanthourenhout después. “Me sentí muy fuerte hoy, pero era difícil abrir hueco.”
El movimiento que decidió la carrera
La vuelta final trajo el cambio decisivo. Con los adelantamientos casi imposibles en el circuito de Terralba, la posición lo fue todo. Nieuwenhuis trató de tomar la cabeza, Sweeck respondió para mantener la segunda rueda, y
la tensión fue en aumento mientras el grupo de cinco se embocaba hacia la última subida embarrada.
Vanthourenhout atacó en el segundo exacto. “En la última vuelta tuve la suerte de poder avanzar por el interior”, explicó. “Ojalá ese periodo algo más flojo haya quedado atrás.”
La aceleración cortó la goma al instante. Nieuwenhuis y Sweeck reaccionaron, pero la brecha ya estaba hecha.
Nieuwenhuis —una vez más, de los más fuertes en carrera— solo pudo reconocer la diferencia que marcó Vanthourenhout cuando más importaba. “Michael y yo fuimos los más fuertes en la prueba, pero era difícil irse”, dijo. “Intenté defender mi posición y esperaba poder hacer algo en la última vuelta. Michael fue simplemente un poco más fuerte.”
Michael Vanthourenhout, una de las grandes estrellas del ciclocross actual
Sweeck, que corrió con inteligencia toda la tarde y se mantuvo en la pelea hasta los metros finales, coincidió en el análisis. “Era una lucha tras cada curva, pero al mismo tiempo había que colocarse bien sin gastar demasiada energía”, dijo. “En la última vuelta estaba bien posicionado, pero al final un movimiento táctico de Michael en el barro marcó la diferencia.”
Para Vanthourenhout, Terralba fue más que una victoria: fue un corte de inercia en el momento oportuno del invierno. Una carrera controlada, un ataque decisivo en la vuelta final y un podio construido sobre la colocación más que sobre el caos: exactamente el tipo de actuación que indica que su temporada empieza a engranar.
Ahora deja Cerdeña con confianza renovada y con la sensación de que su invierno, por fin, toma la dirección correcta.