El
Tour de Francia 2025 ha pasado a la historia como aquel en el que Tadej Pogacar volvió a derrotar a Jonas Vingegaard, para sumar el cuarto título de su carrera en la Grande Boucle. No hay prueba como esta, ni en el ciclismo ni en el resto de deportes. Lo que genera el Tour no lo hace nada más. Es la única competición en la que una youtuber se atrevería a completar el recorrido de las 21 etapas.
Esta es la historia de
Amy Hudson, quien se aventuró con su bicicleta a realizar al completo el monstruoso recorrido del Tour de Francia. En declaraciones recogidas por Cycling Weekly, Hudson desvela lo duro que es el desafío:
En plena ascensión al Col du Tourmalet, Amy Hudson recordó la mentalidad que la acompañó durante todo el desafío: "Siempre me dije a mí misma que cualquier dolor que sienta, lo he elegido yo. Me puse en esta situación y es un privilegio estar en esta situación, así que solo tengo que disfrutarlo".
El desafío de completar el Tour de Francia se lo propuso la youtuber cuando atravesó una crisis nerviosa en su vida. La británica tuvo que replantearse muchas cosas, e incluso llegó a dejar su trabajo: "Estaba en un punto en el que realmente no me encontraba bien, y la verdad es que no era bueno. No quería estar allí".
Pero el Tour de Francia distaba mucho de la calma de sus primeras rutas, y el calor fue uno de sus grandes retos: "Hacía muchísimo calor. Sentía que me derretía. Entonces, en una de las curvas, había una pareja con un pequeño cartel que decía: ‘Vamos Amy’. Y marcó una gran diferencia. Fue simplemente genial".
Los momentos más duros
Las etapas más duras no siempre fueron las de montaña, pero Hudson reconoce que hubo momentos exigentes:
"Fue duro. Me costó un poco entretenerme en la bicicleta. Cuando pedaleas durante 12 horas y solo ves las mismas vistas, puede volverse un poco… no aburrido, pero fue difícil mantener una actitud positiva. Soy bastante insegura. Siempre hay una gran parte de mí que piensa: ‘No sé si puedo con esto’. Pero cuando llegaba a la mitad, pensaba: ‘De hecho, creo que podría lograrlo’".
La alimentación también fue clave para mantenerse en pie etapa tras etapa. Todo ello demostrando que los ciclistas profesionales se aventuran en un auténtico desafío cada vez que se suben a la bicicleta:
"Tenía que comer unas 7000 calorías al día. Soy un poco rara porque no me gusta el café y no uso geles ni nada. Así que me alimentaba con comida de verdad. Cada persona es diferente, pero a mí me funciona, y es lo que prefiero. Comía muchísimo; de hecho, tengo una lista de todo lo que comí, pero no comí tantos croissants como esperaba, porque en realidad solo comimos 14".
Y al final de cada jornada, un ritual de recuperación que, según ella, marcó la diferencia: "Terminaba la ruta y enseguida tomaba zumo de cereza, que fue un pequeño consejo que nos dieron los profesionales: ayuda a la recuperación", sentenció.