Puede que
Tom Boonen haya dejado atrás el pelotón, pero su personalidad con los pies en la tierra sigue llamando la atención. En la última edición de Wielerclub Wattage, Boonen ahondó en su pasado y reveló su debilidad por las criaturas de todo tipo.
"Cuando tenía unos seis años, mis abuelos tenían un nido en la chimenea. Mi padre subió al tejado y volvió con un nido de grajos", cuenta el belga. "Crié a todos aquellos pajarillos a base de pan y leche. Mi hermano y yo teníamos un grajo cada uno. Mi grajo se llamaba Jan", continuó.
No tardaron mucho en desarrollar un profundo vínculo. "Jan era tan manso que por las mañanas me acompañaba al colegio en el manillar de mi BMX. Era un trayecto de un kilómetro y medio y luego volvía a casa volando".
Encaramado a un árbol, Jan esperó pacientemente a que su querido amigo terminara la escuela para acompañarlo a su casa. "Al final de la jornada escolar, Jan me estaba esperando en un árbol. Luego volaba hasta mi manillar y me acompañaba a casa. He tenido muchos animales locos", concluyó Boonen.