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Tadej Pogacar cruzando la meta en solitario pasará a la historia del ciclismo esloveno. Pero detrás de esa victoria monumental en el
Campeonato de Europa de 2025, hubo una orquesta perfectamente afinada y un director que no deja pasar ni una nota fuera de tono: Uroš Murn, seleccionador nacional, antiguo corredor profesional y arquitecto silencioso del éxito.
“Cuando Tadej gana, siempre parece fácil”, reconoció Murn tras la carrera, en conversación con la emisora Val 202. “Pero esta vez fue diferente. Fue más difícil. Las diferencias no eran tan grandes como parecían. Estuvimos al límite todo el tiempo”.
A primera vista, el guion resultaba familiar: Pogačar se marcha solo, desarma a los mejores del mundo y conquista un nuevo título continental.
Sin embargo, Murn insiste en que nada fue automático. Bajo la aparente serenidad del bicampeón del mundo se escondía una operación táctica minuciosa, con un equipo nacional que supo medir cada esfuerzo, controlar cada referencia y sostener a su líder en los momentos críticos.
“El principio fue muy tenso”, explicó el seleccionador. “La diferencia era de unos 30 segundos, luego rondó el minuto. En un circuito de 200 kilómetros con tanto talento en carrera, nunca puedes relajarte. Teníamos gente apostada por todo el recorrido, haciendo nuestros propios controles de tiempo, porque los paneles oficiales mostraban sistemáticamente entre cinco y siete segundos menos que las diferencias reales. Eso era crucial. Tadej necesitaba información exacta, y se la dimos”.
Aunque los titulares recaen inevitablemente sobre el astro del UAE Team Emirates, Murn no duda en subrayar que la medalla de oro fue una victoria colectiva.
“Tadej lo terminó, sí, pero todos lo construimos”, afirmó.
Y no se refería solo al staff técnico o a los analistas de datos, sino también a los corredores que desempeñaron papeles fundamentales, muchos de ellos lejos de los focos.
Los hombres del World Tour —Matej Mohorič, Domen Novak y Matevž Govekar— fueron piezas clave en el control de la carrera durante sus fases iniciales, especialmente en los tramos del Col du Moulin à Vent y los primeros pasos por la Côte de Saint-Romain-de-Lerps.
Sin embargo, el seleccionador reservó sus palabras más emotivas para los corredores del segundo y tercer escalón, los que sostuvieron el plan cuando el desgaste empezaba a fracturarlo todo.
“Con lágrimas en los ojos, digo esto: estos chicos lo dieron todo”, confesó Murn. “Son corredores sin grandes titulares, pero con una mentalidad de clase mundial. Corrieron como si fueran del World Tour: generosos, disciplinados, entregados al cien por cien. Se dejaron el corazón en la carretera por Tadej”.
El equipo esloveno para el Campeonato de Europa 2025
El ataque: precisión, no improvisación
El momento decisivo llegó en la tercera ascensión a la Côte de Saint-Romain-de-Lerps, a falta de 75 kilómetros para el final. Allí, Pogačar lanzó su ataque, dejando atrás a Remco Evenepoel y al resto del grupo perseguidor, y comenzó una cabalgada solitaria que se extendería hasta la meta en Guilherand-Granges.
Desde fuera, la escena podía parecer otra demostración rutinaria del genio esloveno. Pero Murn desvela que todo estaba medido al milímetro.
“Tenemos que entender cómo pilota Tadej”, explicó. “En llano, se controla a sí mismo, nunca da gas a fondo. Simplemente mantiene el ritmo. Pero en las subidas, corre con intervalos precisos y duros. El recorrido le venía perfecto: 400 metros de rampa empinada seguidos de 1600 de bajada. Ganaba segundos en cada vuelta, con una regularidad impresionante. Todo estaba bajo control, aunque no fuera fácil”.
El personal técnico en los márgenes del circuito desempeñó un papel esencial, proporcionando actualizaciones constantes sobre el estado del grupo perseguidor: si colaboraban, si alguno se descolgaba, si las caras empezaban a delatar el cansancio.
“Fuimos brutalmente honestos con él”, reconoció Murn. “Tadej necesitaba saber exactamente qué estaba pasando detrás. Si estaban rotando, si alguien se sentaba o si se estaban rompiendo. Esa información le dio la confianza para mantener su ritmo hasta el final”.
Los nombres de Mihael Štajnar, Tilen Finkšt, Anže Skok y Jaka Primožič no aparecen en los titulares, pero para Murn fueron tan importantes como su líder. Cada uno cumplió una función: perseguir, proteger, marcar rivales o simplemente sostener la estructura táctica durante los momentos críticos.
“Cada corredor hizo exactamente lo que era necesario”, dijo el seleccionador. “Y eso, en una carrera de este nivel, es lo máximo que puedes pedir”.
Cuando Pogačar cruzó la meta en solitario, con una ventaja sólida sobre Evenepoel y el joven Paul Seixas, Murn no corrió hacia él con euforia. Se quedó unos segundos quieto, observando el monitor de tiempos, saboreando lo que acababan de lograr.
“Fue una emoción contenida”, admitió después.
“Sabíamos que habíamos hecho historia. La primera medalla de oro de Eslovenia en los Campeonatos de Europa. Lo conseguimos con un equipo sin estrellas en todas las posiciones, pero con un corazón enorme”.
El seleccionador ya piensa en lo que viene. Su contrato lo mantiene al frente del equipo masculino élite hasta el final del ciclo olímpico de 2028, pero su mirada está puesta en el corto plazo: los Campeonatos de Europa 2026, que se celebrarán en Liubliana.
Allí, ante su público, Eslovenia defenderá el título con Pogacar ya comprometido a correr en casa.
“Hemos hecho historia aquí, pero ahora toca mirar adelante”, concluyó Murn.
“En Liubliana estaremos preparados. Sabemos lo que somos capaces de hacer cuando trabajamos como uno solo”.